Viernes 08 de Julio de 2022 | Matutina para Mujeres | La fe es por el oír

La fe es por el oír

“Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo” (Rom. 10:17, NTV).

La Biblia no nos dice el nombre de la mujer que sufría una hemorragia continua. Lo que sí nos cuenta es que ella hizo todo lo humanamente posible por sanar. Lamentablemente, los tratamientos de la época no eran más que supersticiones, y muchos charlatanes tomaron gustosamente su dinero, solo para empeorar su situación. De acuerdo con el Talmud, algunos de los “remedios” de la época incluían: que la mujer se sentara en la encrucijada de dos caminos, con una copa de vino en su mano, y que alguien viniese de atrás y la asustara. Otra cura incluía beber vino hervido con diferentes raíces y vegetales, y otra, cavar siete pozos y quemar en ellos pámpanos de la vid. ¡Imagina las emociones de esta pobre mujer! Cada vez que juntaba el coraje y el dinero para un nuevo tratamiento, terminaba decepcionada. Tengo amigas que han intentado quedar embarazadas por años. Aunque los tratamientos muchas veces son dolorosos y el costo económico es elevado, es el costo emocional lo que les resulta más duro. ¡Volver a creer es tan difícil!

Posiblemente, esta mujer se había resignado, pero entonces oyó acerca de Jesús y de sus milagros. Como una pequeña chispa, la fe se encendió nuevamente en su corazón. Cada vez que oía algo más acerca del Maestro, la llama crecía más, hasta que su corazón ardió por completo. Llena de una osadía sagrada, la mujer se mezcló entre la multitud para hacer aquello que tenía absolutamente prohibido: tocar a Jesús. La Biblia dice que, en cuanto tocó su túnica, “al instante, la hemorragia se detuvo” (Mar. 5:29, NTV).

La fe de esta mujer renació cuando oyó hablar acerca de Jesús. Probablemente, los que pronunciaron estas palabras no tenían idea del impacto que tendrían; sin embargo, cambiaron la vida de esta mujer. ¡Hoy tenemos la misma oportunidad! Aunque a menudo no lo nota, mi amiga Anne reaviva mi fe con sus palabras. Cuando tengo días en los que quiero resignarme y renunciar, ella me recuerda todo lo que Dios ha hecho por mí. Cuando la escucho, siento como si alguien soplara suavemente avivando las brasas de mi fe. La fe es por el oír. ¡Compartamos palabras llenas de esperanza!

Padre, es tan difícil volver a creer después de muchas decepciones. Es menos doloroso rendirse y dejar de soñar. Si alguien hoy necesita palabras de consuelo y esperanza, te pido que me uses. Dame las palabras sabias en el momento oportuno. Que tu Espíritu sople, con cada palabra, y reavive su fe.

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