La bomba nuclear que fue lanzada accidentalmente
“No temerás al terror nocturno […] ni a mortandad queen medio del día destruya” (Salmo 91:5, 6, RVR 95).
¿Cómo te sentirías si un día estuvieras sentado en el patio de tu casa y, de repente, una bomba cayera del cielo y detonara en tu pequeña ciudad? ¿Cómo te sentirías, si de repente, te dieras cuenta de que es una bomba nuclear? La historia sería muy similar a lo que ocurrió en las zonas de guerra de las que has leído en tu libro de historia: dos ciudades de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, en realidad, está mucho más cerca.
El 11 de marzo de 1953, un avión B-47 estadounidense lanzó por accidente una bomba nuclear sobre Carolina del Sur. Afortunadamente, la bomba no estalló debido a seis cierres de seguridad que no se liberaron. Debió ser muy vergonzoso para el gobierno y para la gente que casi lo hizo, por no decir que fue simplemente aterrador. Dejar caer por accidente una bomba nuclear en tu propio país no parece estar muy alto en la lista de cosas inteligentes que se pueden hacer, pero los humanos somos conocidos por hacer, a veces, cosas tontas.
Las bombas nucleares son únicas en el sentido de que no se detonan dejándolas caer. Hay que hacerlas estallar. Antiguamente, la mayoría de las bombas se fabricaban así, pero ya no. Ahora, las bombas se fabrican con cuentas regresivas, temporizadores digitales y detonadores por control remoto que incluso pueden activarse haciendo una llamada telefónica con un código numérico secreto.
Es probable que accidentes como el ocurrido sobre Carolina del Sur ocurran más a menudo de lo que pensamos. Al gobierno seguramente no le gusta informar de este tipo de deslices y, probablemente, los ocultará todo lo que pueda. Sin embargo, lo más asombroso (y lo peor) es pensar en lo cerca que ha estado nuestro planeta de ser completamente destruido, desde el Diluvio en tiempos de Noé hasta la crisis de los misiles en Cuba, cuando Estados Unidos y la antigua Unión Soviética estuvieron a punto de desatar una guerra nuclear. Gracias a Dios, en su misericordia, él mantiene a raya las fuerzas del mal y la destrucción.
Como dice el libro de Apocalipsis, los ángeles de los cuatro vientos mantienen los problemas bajo control, ¡y ciertamente han tenido mucho trabajo! Pero algún día, un día glorioso, Dios les dirá que su trabajo en la Tierra ha terminado, que pueden relajar sus músculos y descansar. Y podemos confiar en este Dios porque nunca, nunca ha hecho nada por accidente.