Simplemente, amigo de Dios
Y fue llamado amigo de Dios. Santiago 2:23.
Supongo que tienes muchos conocidos, pero ¿cuántos son realmente amigos? ¿Cómo podemos identificar si alguien es un verdadero amigo? No es tan difícil. En primer lugar, se tienen cosas en común. Las personas solemos agruparnos por afinidades y nos sentimos muy cómodas cuando esas afinidades crean vínculos. Una segunda característica es que los amigos tienen mucha curiosidad acerca de todo lo que tiene que ver contigo. Les gusta saber de tu vida, de tus historias, de tus ilusiones. Son de aquellos que te llaman después de un examen complicado para ver cómo ha ido. Los que te wasapean constantemente en un viaje hasta que se quedan tranquilos porque has llegado a casa. Los que no se contentan con un “Bien” cuando te preguntan “¿Cómo estás?” Además, su relación contigo no se fundamenta en intereses personales. El vínculo es mucho más profundo que sacar partido de ti. Esa relación desinteresada es la que los hace auténticos porque nada les impide ser sinceros. Y, por último, te respetan cuando tomas una decisión, y son leales. Un amigo está “en las duras y en las maduras», en los momentos difíciles y en los confortables.
Considerando estas características, Abraham era amigo de Dios. Abraham tenía muchas afinidades con el Señor. Ambos eran responsables, les gustaba ayudar a las personas, lideraban a su gente con cariño y preocupándose de que crecieran como era debido. Ambos estaban esperanzados con que el mundo podía y debía mejorar. Abraham lo quería saber todo de Dios. Por eso erigía espacios de oración allá por donde pasara, así podía sentarse a charlar con su Amigo.
El Señor de vez en cuando lo visitaba y tenían debates muy interesantes, a veces acalorados (sobre todo, por un asunto en Sodoma y Gomorra). Muchas noches, mientras Abraham viajaba hacia la Tierra Prometida, el Señor le enviaba whatsaps para saber cómo le iba. Recibió un montón de mensajes en Harán y en Egipto porque, a veces, Abraham se despistaba. Dios es pura generosidad, y eso lo entendió el patriarca y comenzó una relación a “corazón abierto”, sin intereses. Hubo algún momento complicado con el asunto de Isaac y el sacrificio, pero triunfó la amistad por encima de lo personal. Dios hablaba a Abraham sin tapujos, hasta cuando se equivocó con lo de Agar. Al final, se rieron un rato y llegó a este mundo Isaac. Ambos se respetaron mutuamente, y disfrutaron de una amistad que permanecerá por la eternidad.
Considerando estas características y considerando cómo es Dios, ¡creo que podrán ser muy buenos amigos!