Reglas: ¿buenas o malas?
“Jesús les dijo entonces: ‘Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios’ ” (Mateo 22:21).
Imagínate si durante toda una semana las personas que viven en tu casa pudieran hacer solo las cosas que quisieran. ¿Cómo sería tu habitación? ¿A qué hora te despertarías? ¿Irías a la escuela? ¿Cuánto tiempo te quedarías con tu celular en tu mano? El televisor ¿permanecería encendido o apagado? ¿Qué comerías?
¿Te parece genial la propuesta? Puede sonar divertido, pero, de hecho, el resultado sería un desastre. ¿Sabes por qué? No podemos simplemente hacer lo que se nos viene en gana. Necesitamos entender que para vivir bien, sanos y felices tenemos que cumplir con nuestras obligaciones. Después de todo, tenemos que admitir: las reglas importan. Sirven para protegernos, no para castigarnos.
El versículo de hoy muestra una regla importante que debemos seguir: debemos respetar a las autoridades. La Biblia enseña que Dios es justo (Sal. 33:4, 5). Siempre hace lo correcto. Por eso quiere que seamos honestos y cumplamos con nuestras obligaciones. Pero debemos recordar que nuestra obediencia a las leyes del país y a las autoridades (que pueden ser, por ejemplo, gobernadores, policías, maestros o nuestros padres) debe darse siempre y cuando no nos obliguen a desobedecer los mandamientos de Dios.
Dios es la mayor autoridad de todas. Él es el “Gobernador” del Universo. Obedécelo, y experimenta la verdadera felicidad.
“Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Juan 15:10).