En todos los aspectos
«Sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo». Efesios 4: 15, RV95
En este texto se nos muestra la clase de crecimiento que Dios espera de sus hijos, el desarrollo integral del cristiano. Crecer es una enseñanza bíblica, como podemos notar en varias de las parábolas de Cristo: como la de los talentos, la de la semilla de la mostaza y la parábola de la levadura. Pedro animó a la iglesia a crecer en el conocimiento de Cristo (ver 2 Pedro 3: 18). Elena G. de White animó el 14 de noviembre de 1912: «Ponte un blanco alto y haz fervientes esfuerzos por alcanzarlo y no te desanimes».
Crecer es un designio del Creador. El crecimiento era un atributo de Jesús, él creció en sabiduría y en estatura. Por eso, su vida de superación integral se puede resumir en estas palabras: «Tentado en todo, pero sin pecado». Ahora bien, el pasaje de hoy dice que debemos crecer «en todo».
Por lo tanto, el crecimiento que procuramos debe incluir las cuatro dimensiones de la vida: espiritual, física, intelectual y social. Espiritualmente (2 Pedro 3: 18): Dios no quiere que seamos víctimas de la lepra del pecado o que seamos enanos espirituales. Dios quiere que alcancemos las alturas de la santidad (Gálatas 2: 20). Físicamente (3 Juan 2): Dios no quiere que nos enfermemos o que envejezcamos prontamente; tampoco quiere que tengamos una pequeña farmacia en casa. Él quiere que tengamos salud, que seamos el pueblo más sano del mundo, mejor alimentado, con el más alto promedio de vida. Intelectualmente (1 Timoteo 4: 13): Dios no quiere que seamos ignorantes, enemigos de la buena lectura. Él quiere que la lectura sea nuestra ocupación diaria, que desarrollemos nuestra mente al máximo, que sepamos decidir. Socialmente (Romanos 12: 18): Dios no quiere que seamos resentidos sociales ni que tengamos almas amargadas, ya que la peor tragedia del mundo es un cristiano amargado. Dios quiere que seamos amigos de todos, en la medida de lo posible y en cuanto dependa de nosotros. Quiere que tengamos relaciones públicas, que seamos cristianos con las manos abiertas, que tengamos la rara flor de la cortesía cristiana en nuestro jardín, que seamos agradecidos y hospitalarios.
Pero ese crecimiento integral solo puede ocurrir «en Cristo». Así que hoy, @Dios te dice: «Crece y supérate para servir a la humanidad y para glorificarme ante el mundo». Pidámosle a él que nos ayude a vivir vidas en constante crecimiento.