Viernes 20 de Mayo de 2022 | Matutina para Adolescentes | Primera multa y arresto por exceso de velocidad

Primera multa y arresto por exceso de velocidad

“Desaforados corren los carros por las calles, irrumpen conviolencia por las plazas. Son como antorchas de fuego, como relámpagos zigzagueantes” (Nahúm 2:4, NVI).

Jacob German, conductor de taxi, fue la primera persona en los Estados Unidos en ser detenida por exceso de velocidad. El 20 de mayo de 1899, fue detenido por un policía de tránsito porque conducía a una velocidad “vertiginosa” de 20 kilómetros por hora en la Avenida Lexington de Manhattan. Pero, el policía no se limitó a hacerle una multa. Lo arrestó y lo mantuvo en la cárcel durante unas horas en la comisaría de la calle Veintidós Este. Sin embargo, a Jacob no se le pidió que entregara su carné de conducir y su matrícula, porque en aquella época no se exigían esos papeles. El estado de Nueva York no empezó a exigir tales requisitos a sus conductores sino hasta dos años más tarde,. Parece apropiado que la primera detención del país por conducción temeraria recayera sobre un taxista neoyorquino. En la mayoría de las grandes ciudades, los taxistas han desarrollado una reputación de exceso de velocidad e imprudencia.

En comparación con la actualidad, el exceso de velocidad de Jacob no era realmente un exceso: la gente a pie puede correr más rápido de lo que él iba. Hoy en día, viajamos por las carreteras a velocidades que desafían a la muerte, en coches deportivos descapotables que tienen tantos elementos de seguridad como un huevo. Claro que tienen bolsas de aire, sensores de presión en el parachoques y sistemas de seguridad para alertar al propietario de las intenciones de un ladrón de coches, pero no tienen protección para la cabeza y apenas tienen peso. Además, son tan bajos que, cuando se enfrentan a un camión, terminan debajo de este. Algunos dirán que estamos más locos que nunca al viajar a velocidades ridículamente altas.

En el versículo de hoy, casi podemos ver el tráfico salvaje que el profeta Nahúm describe en una de las antiguas ciudades de su tiempo, probablemente Nínive. “Desaforados corren los carros por las calles, irrumpen con violencia por las plazas. Son como antorchas de fuego, como relámpagos zigzagueantes”. Eso se parece más a una de nuestras ciudades de hoy.

Todos los días de nuestra vida, los coches, los camiones, los trenes y los aviones aceleran por el país a velocidades vertiginosas y con horarios frenéticos. Tenemos que ir más despacio y pensar en la seguridad, tanto física como espiritual. Parece que siempre tenemos prisa, buscando hacer más que lo que cabe en las horas de un día. ¿Cuál es el punto de eso? ¡Más despacio, por favor!

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