Usarla o perderla
“Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6, 7).
¿Qué le quiso decir el anciano apóstol a su hijo espiritual Timoteo? Quizá convenga leer esas mismas palabras en la Traducción en Lenguaje Actual. Ahí dice: “Te recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te dio”.
Comprendemos con mayor facilidad el consejo de Pablo a Timoteo al dar una mirada al término griego que el apóstol usa para expresar la idea de “avivar”. Se trata de anazopureo (“atizar”, “renovar la llama”, “reavivar”), que aquí se usa para indicar que el don de Dios es como un fuego que se puede apagar si uno lo descuida. En otras palabras, para cumplir su ministerio, Timoteo no necesitaba que Dios le diera una nueva capacidad; más bien, debía usar la que ya había recibido.
¿Recuerdas las fogatas que encendíamos en los paseos y campamentos juveniles? Funcionaban de la misma manera. Si solo nos conformábamos con encender la leña, al cabo de un rato el fuego se extinguía. Para que se mantuviera vivo, debíamos “atizarlo” continuamente –añadiendo más leña, rociando alcohol o gasolina, abanicando la leña mientras ardía, etc–. De la misma manera, hemos de “avivar” los dones que Dios nos ha dado. ¿Y qué mejor manera de atizarlos que usándolos para el servicio a Dios y del prójimo?
Al igual que a Timoteo, Dios nos ha dado una obra, pero para cumplirla no hemos de esperar que se nos concedan dones que ahora no poseemos. No. En cambio, ¡usemos los dones que ya nos ha dado! Lo maravilloso de todo esto es que, mientras usemos lo que tenemos, el fuego de la llama se “avivará”, y además nos colocaremos en posición de recibir aún más.
“El Señor desea que usemos cada don que poseemos; y si lo hacemos, tendremos mayores dones para usar. Él no nos capacita de manera sobrenatural con las cualidades de que carecemos; pero mientras usamos lo que tenemos, él obrará con nosotros para aumentar y fortalecer toda facultad” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 288).
¿Ya descubriste esa “capacidad especial” que Dios te ha dado? ¿Qué uso le estás dando? Hoy es un buen día para glorificar al “Dador de toda buena dádiva, de todo don perfecto” (Sant. 1:17).
Amado Padre celestial, hoy quiero ser un instrumento de tu maravillosa gracia. Para ello te pido, no que me des nuevas capacidades, sino que me des el valor de usar las que ya tengo
Muchas bendiciones para todos los hijos de nuestro padre celestial, gracias por edificarnos cada día
Maravillosa enseñanza: me gustó muchísimo porque nos enseña a todos los lectores a no pedir mas sino a usar lo ya Dios nos ha dado-