“El Hijo del hombre se declarará a favor”
“Les digo que si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor de él delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12:8, DHH).
A fin de detener el avance de la obra de Lutero, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V convocó la Dieta de Worms, en Alemania, y el reformador fue invitado a asistir. El objetivo de dicha asamblea era muy concreto: que Lutero se retractara del contenido de sus 95 tesis, publicadas en 1517. Aun sabiendo el riesgo que corría su propia vida, Lutero decidió asistir a dicha asamblea:
“Me preguntan qué haré si el emperador me llama. Iré incluso si estoy muy enfermo para ponerme de pie. Si César me llama, Dios me llama. Si se usa la violencia, como sea que pueda ser, encomiendo mi causa a Dios… No es momento de pensar en la seguridad. Debo cuidarme de que el evangelio no sea despreciado por nuestro miedo a confesar y sellar nuestra enseñanza con nuestra sangre”.⁶⁰
En Worms, Lutero no se retractó, sino que aprovechó la ocasión para defender sus enseñanzas. Esto enfureció mucho al emperador, y el 25 de mayo de 1521 ordenó la promulgación del Edicto de Worms. Dicho edicto consideró a Lutero como forajido, proscrito y hereje; y prohibió categóricamente la impresión, la venta y la lectura de los escritos del ex monje. Además, ordenó el arresto y la condenación de Lutero.
Lo asombroso es que nada de eso pudo evitar que Lutero continuara con su obra. El insigne reformador había atesorado en su alma las palabras de nuestro Señor: “Les digo que si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor de él delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios” (Luc. 12:8, 9, DHH).
Lutero dio testimonio de Cristo frente a uno de los hombres más poderosos de la época, un hombre que tenía poder para quitarle la vida. En tanto que Lutero hacía eso en la tierra, en el cielo, nuestro Salvador cumplía su promesa de declarar en favor de Lutero delante de los ángeles. Si honramos a Cristo, él nos honrará a nosotros.
60 Roland H. Baiton, Here I stand: A Life of Martin Luther (Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 2017), p. 167.