Viernes 28 de Octubre de 2022 | Matutina para Adolescentes | La Estatua de la Libertad

La Estatua de la Libertad

“El espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel” (Isaías 61:1, RVR 95).

Imagínate a ti mismo como un inmigrante en los Estados Unidos en 1887, entrando en el puerto de Nueva York con miles de personas del Imperio Austriaco-Húngaro, de China, de Rusia y muchas otras tierras. Estás buscando un refugio de la pobreza o la guerra, un hogar donde haya espacio para crecer. Quieres establecer un pequeño negocio. ¡Y entonces la ves! La gigantesca estatua chapada en cobre de la que tanto has oído hablar: la Estatua de la Libertad.

Durante más de cien años, la Estatua de la Libertad ha dado la bienvenida a los recién llegados a los Estados Unidos. ¿Cómo llegó la Dama de la Libertad al puerto de Nueva York? ¿De dónde procede y qué representa?

La mujer de 46 metros de altura, con el brazo extendido y sosteniendo una antorcha, fue una creación del escultor francés Frederic-Auguste Bartholdi y de Alexandre-Gustave Eiffel, quienes la construyeron en Francia y completaron la tarea en mayo de 1884. La estatua viajó por mar dentro de 200 cajas de embalaje y llegó al puerto de Nueva York en junio de 1885. Las planchas de cobre fueron ensambladas como un gigantesco rompecabezas, y el último remache se colocó durante una ceremonia de inauguración el 28 de octubre de 1886.

¡Qué regalo! Qué testimonio de amistad por parte del pueblo francés. En el pedestal de la Estatua de la Libertad, están inscritas las siguientes palabras, que hoy ya son famosas: “Denme a sus cansados, a sus pobres, a sus masas apiñadas que anhelan respirar libres, a los miserables desechos de vuestras costas. Envíenme a estos, a los desamparados, a los tenebrosos. Alzo mi antorcha junto a la puerta dorada”.

Hoy en día, Estados Unidos sigue siendo una tierra de oportunidades y Dios bendijo a esa nación que se convirtió en un símbolo de libertad. Sus ciudadanos tienen la responsabilidad de llevar el evangelio al mundo y son muchos los misioneros que han partido desde allí hacia otros lugares.

Y nosotros, no importa en qué país vivamos, tenemos que compartir la buena noticia de que Jesús ama a todos. Elige ser un instrumento en las manos de Dios para abrir las puertas de la prisión del pecado en la que Satanás mantiene a la gente como prisioneros de esta guerra entre el bien y el mal.

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