¿Unir la luz con las tinieblas?
“¿Así que ayudas al impío, y amas a los que odian al Señor?” (2 Crónicas 19:2, RVC).
Las palabras de nuestro texto de hoy las dirigió el profeta Jehú a Josafat, rey de Judá, cuando este regresaba de una batalla en la que había intentado infructuosamente recuperar a Ramot de Galaad de manos de los sirios. ¿Por qué esa reprensión tan fuerte?
De Josafat dice la Escritura que “anduvo en el camino de Asa, su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 Crón. 20:32). En el tercer año de su reinado envió a príncipes, sacerdotes y levitas a recorrer todo Judá con el propósito de instruir al pueblo acerca del “libro de la ley de Jehová” (17:9). Como resultado de sus reformas, “todos los reinos de las naciones vecinas de Judá sintieron un miedo profundo hacia el Señor y no se atrevieron a declararle la guerra a Josafat” (vers. 10, NVI).
Pero Josafat tenía un “talón de Aquiles”: su tendencia a hacer alianzas con quienes no tenían el temor de Dios en su corazón. Su primer paso en falso en este sentido lo dio cuando aprobó que su hijo Joram se casara con Atalía, hija de Acab y Jezabel (ver 2 Rey. 8:18). Esta unión, “atrajo un desastre sobre el rey y sobre muchos de sus súbditos” (Profetas y reyes, p. 144).
Este primer error preparó el terreno para otro. Años después de “emparentar” con Acab (2 Crón. 18:1), Josafat aceptó ir con el impío rey a luchar contra los sirios. Es verdad que Siria había estado consolidando su poder; y que, militarmente, representaba una amenaza tanto para Judá como para Israel, pero ¿hacía bien Josafat al unirse con un idólatra para reconquistar Ramot de Galaad?
¡Por supuesto que no! Para decirlo llanamente, uno de ellos representaba la luz; el otro, las tinieblas: ¿Qué comunión tienen la luz con las tinieblas? Por cierto, el resultado de esa alianza fue desastroso: Acab perdió la vida en la batalla y Josafat fue objeto de la reprensión divina (2 Crón. 18:28-34; 19:1-3).
¿La lección para nosotros hoy, en el siglo XXI? Si estamos considerando la posibilidad de entrar en algún tipo de alianza –comercial, legal, sentimental– con una persona incrédula, bien convendría que prestáramos atención a la siguiente declaración: “La ayuda humana puede llegar a ser más una maldición que una bendición, si no cuenta con la bendición de Dios” (Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 262).
Ayúdame, Padre celestial, a no entrar en ningún tipo de alianza, o convenio, con personas que no teman ni respeten tu santo nombre.