Bajo su bandera
“Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él” (Isa. 59:19).
Hay varios tipos de banderas. Las vemos flamear como símbolo patrio. Son parte habitual de los actos escolares y municipales. No faltan en los partidos de fútbol, sostenidas por los seguidores de cada equipo. Podemos verlas en las casillas de guardavidas en las playas, indicando el grado de peligro de las aguas. Y entre otras tantas situaciones más, también aparecen prolijamente alineadas en el Club de Conquistadores. Cada banderín representa a una unidad.
En el pueblo de Israel, cada tribu tenía su bandera también y acampaba bajo ella. Esas banderas encabezaban las marchas. Representaban a un grupo de personas.
Esa sigue siendo una de las funciones que cumplen las banderas hoy.
¡Cuántas veces vemos imágenes de personas abrazándolas o usando orgullosamente los colores que las representan!
Pero ahora te invito a imaginar que estás bajo la bandera del Espíritu de Jehová y que eres parte de ese equipo sin fronteras… de ese equipo ganador.
Él es el capitán de nuestra unidad y nos promete levantar su bandera cuando el enemigo asedie. Asegura que defenderá a quienes estén marchando detrás de ella.
No importa nuestro lugar de procedencia. Jesús dio su vida para que tengamos acceso a una ciudadanía celestial.
No nos conformemos con una bandera temporal ni defendamos tanto las barreras que nos separan cuando lo que de verdad nos tiene que representar es la bandera de Jehová, de una patria que no tiene lugar en este mundo. Recuerda esto al ver banderas hoy.
Recuerda esto al ver tantos corazones y alusiones al amor.
Como dice el conocido canto: “El Salvador es mi amigo. Su escudo, sobre mí, es amor”.
Él es la definición de amor. Es su esencia. Es su carácter. Nuestro corazón debiera estar para siempre escondido en él, en su identidad, en su inmensidad, en su sencillez… en su forma de ser.