Las manos del Padre
“De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró” (Mat. 14:31, NTV).
Ayer hablábamos sobre la memoria de dedos y lo importante que es habituarse a tocar con rapidez algunos pasajes que no saldrían a esa velocidad, si los analizáramos de forma consciente.
Pero lo cierto es que también los pasajes más lentos y cadenciosos requieren un gran control de los dedos. Cada énfasis necesita una presión diferente y cada dedo funciona de forma independiente.
En la mano hay numerosos músculos que permiten los movimientos que esta realiza. Prueba jugar un poco a abrir y cerrarla de diferentes maneras y verás la variedad de posturas que se pueden adoptar con solo un par de dedos.
Hay cirujanos especializados exclusivamente en la reconstrucción de las manos. Con varias cirugías puede repararse una mano lesionada, pero no hay técnicas que mejoren el funcionamiento de una mano normal y sana (Paul Brand).
Dios nos creó perfectos, y la delicadeza del trabajo de las manos es solo uno de los tantos reflejos de esta perfección.
¡Cuánto usó Jesús sus manos! Como carpintero, podemos imaginar que sus manos tenían algún que otro golpe, alguna aspereza y alguna cicatriz. Dedicó muchos años de su vida a trabajar la madera, para después morir colgado de ella. Él sabía más que nadie de clavos, de martillos y del peso de los maderos usados para una cruz. Sin embargo, sus manos fueron ocupadas en construir, en armar, en sanar y en tocar a personas intocables.
Estamos viviendo uno de los pasajes más tensos e importantes de la historia del mundo y cada acción refleja o meditada sumará o restará a su desenlace y el nuestro. ¿Qué están haciendo tus manos? ¿Qué “pasaje” les resulta más difícil?
“El poeta y el naturalista tienen muchas cosas que decir acerca de la naturaleza, pero es el cristiano el que goza de la belleza de la tierra con una mayor sensibilidad, porque reconoce la obra de la mano de su Padre y percibe su amor en la flor, el arbusto y el árbol” (El camino a Cristo, p. 74).
Así como reconocemos su toque de amor en la Creación, podemos ver en nuestras dificultades, como le pasó a Pedro, la mano de Jesús que se extiende a nosotros… y agarrarla.