En el mundo, pero no del mundo
“Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25).
Cuando nos daban las primeras clases previas a la atención a los pacientes, nos recordaban la importancia de no tener las manos frías al tocarlos y de cuidar que instrumentos como el estetoscopio tampoco estuvieran fríos al entrar en contacto con la piel. Con esa pequeña lección nos estaban enseñando muchísimo sobre la sensibilidad… sobre la reacción de la piel –y de todo el cuerpo– a las diferentes temperaturas y otros estímulos. Más adelante aprenderíamos sobre esas reacciones, el por qué de ellas y qué hacer. Pero antes teníamos que aprender lo básico: la piel es sensible.
Cierta vez, leí la historia de un médico que llevaba una botella de agua caliente escondida en su ropa, y de esa forma se aseguraba de tener las manos siempre cálidas al examinar a sus pacientes. Descubría muchas cosas gracias a no desatar en la persona la serie de reacciones inesperadas y no deseadas que unas manos frías podían accionar. Por un momento, el médico estaba en sintonía con la temperatura corporal del paciente.
Pero ¿qué tiene que ver esta anécdota con el título o el versículo de hoy?
Hemos hablado de la importancia de la adaptación y, aunque en la Biblia varias veces se nos llama a no adaptarnos ni conformarnos a este mundo, también se nos recuerda que, aunque no somos del mundo, estamos en él.
Sin creernos superiores por conocer algunas cosas, así como el médico no es superior a su paciente solo por saber cómo tratar su enfermedad, podríamos practicar un poco más eso de “llevar una botella de agua caliente escondida” para llegar mejor a las personas.
Tomás era de los que recibía mucha información por parte de sus sentidos, más allá de su falta de fe.
Hay muchos que piden o necesitan que la información se les presente de forma diferente que al resto.
Hoy podemos pedirle a Dios que nos ayude a detectar esas cosas que serían imperceptibles si no nos acercásemos de la forma correcta, y que nos dé sabiduría para tratar de la mejor manera a las personas con las que entremos en contacto, sin por eso perder nuestra identidad.
El Médico de médicos puede darnos una clase magistral.