Martes 17 de Enero de 2023 | Matutina para Jóvenes | Todos hablan de ello

Todos hablan de ello

Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne. Génesis 2:24.

  Dicen que los mejores poemas de amor en español fueron escritos por Gustavo Adolfo Bécquer, un escritor romántico en todos los sentidos de la palabra. Esta, posiblemente, sea su poesía más valorada:

  Podrá nublarse el sol eternamente;

  podrá secarse en un instante el mar;

  podrá romperse el eje de la Tierra

  como un débil cristal.

  ¡Todo sucederá! Podrá la muerte

  cubrirme con su fúnebre crespón;

  pero jamás en mí podrá apagarse

  la llama de tu amor.

  Es un poema entre millones, porque si hay algo de lo que todos hablan, comentan o incluso padecen, es del amor. El amor de pareja verdadero es lo que más se asemeja al AMOR en mayúsculas. Dios nos otorgó el don de ser dos personas en una, de vivir en complicidad, en amistad y en igualdad. Ya adelantó que dejaríamos las estructuras familiares (sí, mammas, sí), nos uniríamos (y habla de una gran intimidad) con una pareja de diferente género (eso dice el texto explícitamente) y seríamos una sola persona. Sería un amor de tal calibre que la palabra ‘eterno’ lo acompañaría.

  Y llegó el pecado. Y, aunque Bécquer no lo diga, muchas condiciones favorecieron la debilidad de este auténtico amor. En primer lugar, la pareja dejó de ser tal. Ya no eran par, diferentes pero totalmente complementarios, sino desiguales. La intimidad se limitó a la sexualidad, los deseos de la piel se independizaron de las razones del corazón. La familia nuclear se convirtió en patriarcado, en poligamia o en concubinato. Y la imagen anhelada por Dios se diluyó. Tuvo que recurrir a mandatos y leyes para que tanto hombres como mujeres pudieran volver a captar el panorama de aquel amor. Esa es la razón por la que Jesús se esfuerza tanto en que comprendamos la grandeza del proyecto del Génesis con relación al hombre y a la mujer. Sabe que es un amor tan poderoso que lo puede cambiar todo, si está bien enfocado. También es esa la razón por la que Satanás se emplea a fondo en este asunto. Sabe que, desvirtuado, es una distracción inmensa que nos hace ciegos (recuerden los refranes) e infelices. Lo anhelamos tanto (fuimos diseñados para eso), que podemos pasar la vida, de insatisfacción en insatisfacción, buscándolo.

  Pidamos al Espíritu, el que nos derrama el amor del Padre (Rom. 5:5), que ponga, además, amor de pareja en nuestro corazón, un amor verdadero que trascienda la eternidad.

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