Lunes 29 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | ¿Acaso no se sienta primero a calcular?

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¿Acaso no se sienta primero a calcular?

“O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil?” (Luc. 14:31, NVI).

Aunque confieso que en algún momento tuve mi delirio de valentía y admiré a Juana de Arco en su rol protagónico como mujer al frente de batalla, siempre me ha gustado más leer sobre las grandes guerras que imaginarme peleando en una de ellas. Con mi hermano compramos un libro de historia sobre las mayores batallas de la historia, por qué se dieron y cómo se libraron, y además he leído muchísimos libros de novelas históricas sobre las conquistas de los grandes imperios. Las ciudades están llenas de monumentos que conmemoran la vida de estos hombres aguerridos y de grandes estrategas que conquistaron tierras y un nombre que podría considerarse inmortal.

Pero la Biblia nos muestra que hay otras formas de trascender, y que muchos de esos generales que alcanzaron gran gloria en su momento, al final se sumarán en la última batalla de Satanás contra los redimidos y se enlistarán en la mayor y más definitiva derrota de la historia del mundo.

He pisado algunos campos de batalla, porque me encanta la historia, los museos y el recorrido de sitios históricos, y justo me tocó vivir en un lugar lleno de ellos, pero más allá de que tengamos o no la oportunidad de estar en una batalla campal como la que vemos en las películas, cada día nuestra vida es escenario de una lucha entre el bien y el mal, con los ejércitos mejor preparados y por más tiempo entrenados del universo.

Si algo aprendí con todos esos libros que leí, es que las batallas se ganaban antes en las tiendas íntimas de los mayores generales, donde se trazaban los planes y se tomaban las decisiones en frío, incluso horas antes de que los caballos comenzaran a galopar. Muchas veces el silencio, el dominio propio, la paciencia y la inteligencia valían más que las armas, la fuerza, las defensas corporales y la destreza física de los soldados.

Sin embargo, ¿cuántas veces arrancamos el día sin haber trazado un mínimo plan, sin prepararnos adecuadamente y sin ponernos a disposición de nuestro general?

Sin importar la estrategia que empleemos, no podremos solos. Lee Efesios 6:10 al 18 y ponte la armadura antes de salir hoy.

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