“Estaré contigo”
“No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10).
No sé si es la promesa que más se repite en la Biblia, pero “estaré contigo” es, en mi opinión, la más hermosa. ¿Por qué? Sencillamente, porque no tengo nada que temer si sé que el Señor está conmigo.
“Estaré contigo”. ¿Por qué esta promesa habla de una manera tan directa a mi corazón, llenándome de confianza y seguridad? Una historia que narra Jamie Buckingham lo ilustra bien. Cuenta Buckingham que, una noche, cuando él y su esposa Jackie fueron a cenar con unos amigos, dejaron solos en casa a sus dos hijos menores: Tim, de 17 años; y Sandy, de 14.
A eso de las diez de la noche, Buckingham recibió una llamada de su hija, Sandy. Le pedía a gritos que regresaran. ¿Qué había sucedido? Al llegar a casa, encontraron a Sandy sentada en un mueble, petrificada, con un cuchillo en la mano. Cuando se calmó, la niña explicó que, mientras veía la televisión, le pareció ver a un fantasma a través de la ventana. Encendió todas las luces y, tan rápido como pudo cerró las puertas, pero entonces vio en una ventana un mensaje que decía: “¡Voy a agarrarte!” Entonces entró en pánico.
Imaginándose “la causa” de lo ocurrido, Buckingham salió de la casa en busca de Tim. Lo encontró, sentado, riéndose a carcajadas. Después de darle un buen regaño, los dos padres procedieron a calmar a Sandy. Lo lograron a medias. Esa noche Sandy no podía dormir. Le explicaron que todo había sido una broma de su hermano, y que lo que vio fue el movimiento de una sábana.
Al fin lograron que Sandy se acostara sola en su cuarto, pero la niña no quería que apagaran la luz. A pesar de los razonamientos, ella insistía en que dejaran la luz prendida. Entonces Buckingham tuvo una idea. Después de apagar la luz, se acostó al lado de Sandy. En cuestión de segundos, la niña dormía profundamente (Where Eagles Soar, p. 110).
¿Era realmente la luz lo que Sandy necesitaba? ¿O, más bien, la seguridad de que su padre estaba a su lado?
Cuando en tu peregrinaje por esta vida sientas que te rodean las tinieblas del desánimo; cuando te asalte la duda y seas presa de la angustia, recuerda que, en tales momentos, la presencia de Dios está contigo. Lo que esto significa es que, no importa cuán difícil sea tu situación, tu Padre celestial será tu luz y tu seguridad.
Con él a tu lado, ¿qué más podrías necesitar?
Gracias, Señor, porque siempre estás a mi lado. ¡Siempre! De verdad, no tengo palabras para agradecerte esta gran bendición.
Tremendo testimonio y ejemplo para saber que Dios nunca nos abandona Dios les bendiga