Responsable en la casa de Elí
“Y el niño Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino…” (1 Samuel 2:18).
¿Qué harían ustedes si escucharan a Dios llamándolos por su nombre? ¿Qué le contestarían al Señor? Quizá hoy no todos tengamos la experiencia de escuchar a Dios hablarnos, llamarnos por nuestro nombre. Pero, ¿sabes?, Dios nos habla por medio de su Palabra.
Samuel había llegado al santuario acompañado por su madre cuando aún era muy pequeñito. Ella lo había consagrado a Dios. Lo había educado con esmero para que sirviera con fidelidad. Claro, al principio Samuel realizaba tareas sencillas, pero este niñito las cumplía responsablemente.
Me gusta que la Biblia menciona que Samuel crecía delante de Dios (1 Sam. 2:21). Así, creciendo poco a poco, pronto estuvo listo para responsabilidades mayores. En 1 Samuel 2:26 leemos que el joven Samuel “era acepto delante de Dios”. Y, por la velocidad con que Samuel respondió a lo que él creyó era el llamado de Elí, vemos que también respetaba al sumo sacerdote (1 Sam. 3:5). Samuel no dejó que ninguna de las cosas malas que pasaban en el tabernáculo hiciera que él dejase de servir a Jehová.
Por mucho tiempo Jehová no le había hablado a ningún hombre, porque poca gente de veras lo amaba. Sin embargo, cuando Samuel creció un poco más, un día, mientras dormía, Dios lo llamó por su nombre varias veces. Esta parte de la historia se encuentra en 1 Samuel 3. ¿Qué mensaje de parte de Dios debía transmitir con toda responsabilidad este niño a Elí? ¿Era un mensaje agradable, feliz? No lo era. Sin embargo, aun ante esa difícil responsabilidad, lo hizo fiel y responsablemente. “Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras” (1 Sam. 3:19). Samuel tenía un corazón puro, pero Dios necesitaba probarlo en esa situación.
Ocurre lo mismo con nosotros, Dios nos da tareas para poner a prueba nuestra fidelidad. Nuestro Padre celestial quiere que, al igual que Samuel, tengamos algunas cualidades que nos hagan niños diferentes a los demás, y que las demás personas vean en nosotros algo especial.
¿Eres un pequeño Samuel entre los tuyos? ¿Pueden confiar en ti tus padres? ¿Tus maestros? ¿Tus pastores? Cumple tu misión.
Mirta