Dios tiene un pueblo
«A fin de que seamos para alabanza de su gloria». Efesios 1: 12 RV95
El Señor Jesús estableció su iglesia en la tierra con un maravilloso propósito. Ya hemos visto que la iglesia es el cuerpo de Cristo y el lugar donde crecemos en la fe. Hoy quiero invitarte a considerar tres metáforas que la Biblia utiliza, además de la que ya hemos visto del cuerpo de Cristo, para ilustrar cómo funciona la iglesia. Te advierto que hay otras metáforas, pero he seleccionado estas para la reflexión de hoy.
La novia de Cristo: En el Antiguo Testamento Dios comparó la relación entre él y su pueblo con la relación matrimonial (Isaías 62: 3-5) y Jesús también comparó su segunda venida con una boda (Mateo 25: 6). De allí que Pablo también compara la iglesia con la novia de Cristo (Efesios 5: 25). Así como los esposos son «una sola carne» (Génesis 2: 24), el ideal bíblico es que la iglesia esté unida a Cristo y permanezca pura y fiel a él. Esta metáfora nos enseña que lo más importante para Dios es nuestra relación con él.
La iglesia como templo: En los tiempos bíblicos el templo era el lugar donde se manifestaba la presencia de Dios. Durante su ministerio terrenal Jesús garantizó que su presencia estaría siempre con sus discípulos y dondequiera que dos o tres de ellos se reunieran en su nombre (Mateo 28: 20; 18: 20). De manera que cada creyente, cada congregación y la iglesia universal se consideran el templo del Señor (1 Corintios 6: 19; 1 Corintios 3: 16, 17; Efesios 2: 21). Esta metáfora nos enseña que la iglesia es la «casa espiritual» donde cada uno de nosotros es edificado en la verdad (1 Pedro 2: 5) a la vez que servimos como representantes de Dios ante el mundo (1 Pedro 2: 9).
La iglesia como pueblo de Dios: En el Antiguo Testamento, Israel era el «pueblo de Dios», es decir, la comunidad del pacto de Dios. Ahora la iglesia recibe la distinción de «linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 Pedro 2: 9). Así como Dios «compró» a Israel en el Antiguo Testamento (Éxodo 15: 13, 16) Cristo ha comprado la iglesia con su sangre (Hechos 20: 28), por lo que le pertenecemos y él nos pertenece.
Hoy @Dios te dice: «No importa de dónde vengas, si estás en Cristo formas parte de mi pueblo. Yo soy tu identidad».