La distinción que importa
«Los sacerdotes de este país tuercen el sentido de mis enseñanzas y profanan las cosas que yo considero sagradas; no hacen ninguna distinción entre lo sagrado y lo profano, ni enseñan a otros a distinguir entre lo puro y lo impuro». Ezequiel 22: 26
Hemos dicho en meditaciones anteriores que «santo» es todo aquello, sea objeto, lugar o persona, que ha sido apartado para un uso exclusivo, especialmente para el servicio de Dios. Profano sería lo contrario, es aquello que puede ser usado de manera descuidada y sin sentido para cualquier propósito. De hecho, no hay nada de malo con lo «profano», simplemente no ha sido apartado. Algunas versiones de la Biblia dicen «común» en lugar de «profano».
El versículo de hoy señala que algunas personas sufren de confusión, no saben distinguir entre ambas categorías. Si lees los versículos anteriores y siguientes notarás que había cuatro grupos de personas que sufrían de este problema: profetas, sacerdotes, gobernantes y el pueblo. De los profetas dice: «Ocultan la verdad, como quien blanquea una pared; dicen tener visiones, y anuncian cosas que resultan falsas» (Ezequiel 22: 28). Si sumamos esto a lo que se había dicho de los sacerdotes, el panorama no resulta muy halagador para el pueblo: «La gente del pueblo se dedica a la violencia y al robo; explotan al pobre y al necesitado, y cometen violencias e injusticias con los extranjeros» (vers. 29).
Cuando comparamos la situación que Ezequiel describe con el mundo actual nos damos cuenta de que no hay mucha diferencia.
Hoy tampoco existe un límite claro entre lo que es santo y lo que es común, lo que es de Dios y lo que es mundano. Por eso, hemos de procurar un conocimiento más pleno de la Palabra y la voluntad de Dios. Elena G. de White escribió que: «Quienquiera observe sencillez en todos sus hábitos, domine el apetito y controle las pasiones, podrá conservar fuertes, activas y vigorosas sus facultades mentales, rápidas para percibir todo lo que demande pensamiento y acción, sensibles para discriminar entre lo santo y lo profano, y listas para dedicarse a toda empresa que redunde en gloria de Dios y en beneficio de la humanidad» (The Signs of the Times, 29 de septiembre de 1881).
El mensaje de @Dios para ti hoy es: «Mi relación contigo es especial, es sagrada, no permitas que nada ni nadie que sea común interfiera entre nosotros».