Identidad y cambios
“Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos” (Núm. 11:5, NTV).
Tu trabajo cambiará, pero tu llamado no. Nuestras vidas tienen diferentes estaciones y distintas etapas: estudiar, trabajar, quedarse en casa cuidando de los hijos o de un padre anciano, jubilarse… Nuestro trabajo cambiará muchas veces; sin embargo, más allá de los títulos y los salarios, nuestro llamado e identidad permanecen. En su libro The Call [El llamado], Os Guinness escribe: “En primer lugar, y ante todo, Alguien (Dios) nos llama; no algo (como la maternidad, la política, o la enseñanza). […] Los llamados secundarios son importantes, pero solo a través del llamado principal”. Al comprender esta verdad, encontramos libertad; libertad para vivir y disfrutar cada etapa en su plenitud.
Cuando aprendemos a apreciar el presente, encontramos paz y alegría en la etapa en que nos encontramos. Lamentablemente, muchas veces nuestra energía emocional se enfoca en añorar el pasado o temer al futuro. Esto hace que nos autoimpongamos expectativas irreales, que nos perjudican. Por ejemplo, si acabas de tener un bebé, será muy difícil mantener tu misma rutina de ejercicios. Pretender que tu cuerpo vuelva a la talla original en cuestión de semanas solo te llenará de frustración. “Liberar expectativas y reconocer los ritmos [de la vida] implica que aceptamos las limitaciones que nos imponen ciertas estaciones”, escribe Bruce Miller en Your Life in Rhythm [Tu vida en ritmo]. “Por ejemplo, cuando estás atravesando una temporada de duelo, no es el momento de comenzar un gran proyecto. Cuando estás de vacaciones, no planees trabajar. Al renunciar a las expectativas que no coinciden con tu ritmo, reduces los sentimientos de culpa”. Relájate. Identifica la etapa en que estás y vívela. Cree que Dios tiene un propósito y que puede usarte exactamente donde estás.
¡Imagina toda la culpa y la frustración que podríamos evitar si tan solo reconociéramos la etapa en la que estamos! Nadie siembra en pleno invierno; nadie tiende la ropa en la soga durante una tormenta. Igualmente, si acabas de jubilarte y tienes un ingreso limitado, vas a tener que ser más cuidadosa que antes con tu dinero. Si renuncias a la expectativa de que tu vida permanezca siempre igual, podrás disfrutar las singularidades de la etapa en la que estás. No sientas envidia de otros tiempos, ni de otras personas. Dios es quien te llama en todas y cada una de las estaciones de tu vida.
Señor, gracias porque eres tú quien me llama en cada estación de la vida. Renuncio a las expectativas que me autoimpuse y que no condicen con esta etapa. Gracias por tu paz y compañía. Amén.
Amén, que bonita matutina de hoy