El nuevo mundo, apartado
“Y se apareció Jehová a Abram, y le dijo: ‘A tu descendenciadaré esta tierra’ ” (Génesis 12:7, RVR 95).
Una canción estadounidense para conmemorar el Día de la Raza (o Columbus Day) dice: “In fourteen hundred ninety two, Columbus sailed the ocean blue” [En 1492, Cristóbal Colón navegó por el océano azul]. Partió el 3 de agosto en busca de una ruta comercial más corta hacia China y la India.
Colón viajó con el patrocinio de los reyes Fernando e Isabel de España, y su flota estaba formada por tres carabelas: la Niña, la Pinta y la Santa María Dos meses y nueve días después, el 12 de octubre, llegó a lo que hoy es la isla Watling, en las Bahamas; desembarcó y reclamó la nueva tierra para España. Llamó “indios” a los habitantes pacíficos de la isla, porque pensó que había encontrado la India.
Como la mayoría de la gente de aquella época, Colón no tenía ni idea de lo grande que es el mundo. Al navegar, cuando vio Cuba, pensó que era la China continental. En realidad, China estaba a 13.729 kilómetros de distancia. Colón creyó que
La Española, la actual Haití, podría ser Japón. Plantó allí la bandera española; fundó una pequeña colonia con 39 marineros; y regresó a España con oro, especias y cautivos indios. Recibió una bienvenida real y los más altos honores que la corte española podía ofrecer. No porque hubiera descubierto un nuevo mundo. No sabían que lo había hecho. Simplemente, pensaron que había encontrado una nueva ruta comercial hasta Asia. No tenían idea de que Colón había descubierto América.
Esa es la ironía del asunto. Nadie sabía lo verdaderamente asombroso de su descubrimiento. Había redescubierto el hemisferio occidental, y eso cambiaría la historia del mundo. ¡Qué privilegio! ¡Qué oportunidad! Estaba totalmente equivocado sobre el lugar del planeta en el que se encontraba, pero tenía mucha razón al descubrirlo. Lamentablemente, nunca se benefició de su gran hazaña. Murió en 1506, sin saber que había encontrado un nuevo hemisferio que, probablemente, no había sido visitado por los europeos desde la época de los vikingos, casi 500 años antes.
Hace miles de años, Dios envió a Abraham en busca de un nuevo país; y al igual que Colón, Abraham no tenía ni idea de a dónde iba. Pero, por fe, fue de todos modos. ¿Por qué no ser como Abraham? Si le pides a Dios que te acompañe, no puedes equivocarte.