Tesoros en vasos de barro
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros” (2 Corintios 4:7).
Seguramente ya leíste la historia de David, un niño como tú, que tenía muchas preguntas. Él quiso saber quién era Elena de White y por qué era tan especial. Él oía hablar mucho de ella, y se preguntaba ¿qué tan interesante será la historia de su vida? Con amor, la mamá le contó.
Elena Harmon era una niñita como las demás. Le encantaba jugar y ayudar a su mamá. Aprendió a cantar, orar y amar a Jesús e iba a la escuela siempre contenta. Una tarde, una niña le arrojó una piedra en el rostro, y la lastimó mucho. Tan grave fue la herida que Elena tuvo que quedarse en cama y no pudo ir más a la escuela. Aun así, abría su Biblia y hablaba con Dios en oración. Elena le entregó su corazón a Jesús y pidió ser bautizada. ¡Quería ser amiga de Jesús por siempre! Entonces Dios hizo que su vida tomara un rumbo especial. A los 17 años, Elena se convirtió en mensajera de Dios. En sueños recibía los mensajes en forma de visiones y los transmitía a las personas. Comprendió que, aunque surgieran dificultades, todos debían mirar a Jesús para andar por el camino correcto.
Cuando creció, conoció a un predicador llamado Jaime White. Después de un tiempo, se casaron y se convirtió en Elena de White. Dios la eligió para anunciar el pronto regreso de Jesús. Él quiere que todos lo conozcan, lo amen y estén preparados para recibirlo cuando venga para llevarnos al cielo.
Antiguamente no se usaban vasos de vidrio ni de plástico. Los vasos eran de barro, y no se usaban solo para tomar agua, sino también para guardar cosas como perfumes, aceites, joyas y tesoros. El texto de hoy dice: “Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros”. Como ese vaso, Elena parecía una persona frágil y común, no llamaba la atención por su apariencia, pero su interior estaba repleto de preciosos tesoros que Dios había puesto en ella.
David y tú aprendieron que Dios también tiene un propósito especial para sus vidas: no importa quiénes sean, él es quien los hace valiosos. Ojalá cuando las personas te miren, noten que eres diferente, no por tu apariencia, sino por la excelencia del poder de Dios en tu vida.
Magaly
(Adaptado de Cuéntame de Elena de White, de Marye Trim, Asociación Casa Editora Sudamericana, 1977).