Huracán Katrina
“Oh Señor, tú eres una torre de refugio para los pobres, unatorre de refugio para los necesitados en su angustia. Eres refugio de la tempestad” (Isaías 25:4, NTV).
El 29 de agosto de 2005, el huracán Katrina azotó la costa del Golfo de México, causando miles de millones de dólares en daños. La tormenta provocó 36 tornados en Misisipi, Alabama, Georgia, Pensilvania y Virginia. El huracán Katrina fue una tormenta de categoría 4 y el peor desastre natural de la historia de los Estados Unidos. El alcalde de Nueva Orleans había ordenado la evacuación de la ciudad el día anterior, pero más de 150.000 personas se quedaron. Algunos simplemente no querían irse, pero muchos no tenían el dinero o el acceso a un transporte para ir a otro lugar.
Cuando llegó el huracán, los furiosos vientos alcanzaron los 280 kilómetros por hora: cortaron las líneas eléctricas, destruyeron casas y convirtieron los coches en misiles. Antes de que terminara, el 80 % de Nueva Orleans estaba inundada hasta los tejados.
Miles de personas se refugiaron en el Centro de Convenciones de Nueva Orleans y en el Superdome. La situación se descontroló cuando se agotaron los alimentos y el agua. Se necesitaron dos días completos para que comenzara un programa de ayuda a gran escala. Hubo reportes de saqueos y asesinatos, pero la policía también había huido de la ciudad.
Las autoridades empezaron a señalarse unas a otras. Todos culpaban a los demás. Finalmente, llegaron convoyes militares con suministros, y se trajo a la Guardia Nacional para restablecer la paz. Había que identificar los cadáveres y reparar los diques de tierras bajas.
Se calcula que el huracán causó más de 1.300 muertes y hasta 150.000 millones de dólares en daños a la propiedad pública y privada; de estos, solo unos 40.000 millones fueron pagados por los seguros. A causa de la catástrofe, 400.000 trabajadores perdieron sus empleos y un millón de personas tuvieron que abandonar sus hogares, algo que no ocurría en los Estados Unidos desde la Gran Depresión. Afortunadamente, la ayuda internacional llegó de todo el mundo, y solo los ciudadanos estadounidenses donaron 600 millones de dólares.
Fueron tiempos difíciles para todos. Lamentablemente, el resto de los Estados Unidos tardó demasiado en acudir en ayuda de las víctimas del Katrina. Dios estuvo con los que sufrieron el huracán y sus consecuencias, y si no hubiera sido por esto, muchas más personas se habrían rendido a la desesperación. A veces, es importante que Dios tenga rostro y manos humanas. Piensa en ello la próxima vez que una catástrofe nos afecte de cerca.