Éxito y humildad
“No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria” (Salmo 115:1).
Se cuenta que en la batalla de Azincourt, los ingleses, bajo el mando del rey Enrique V de Inglaterra, eran cinco veces inferiores en número que el ejército francés. Pese a ello, dieron batalla para intentar recuperar territorios que Enrique V reclamaba como suyos. Fue una batalla dura pero muy bien planificada desde el mando inglés, y por ello en el otoño de 1415 lograron la victoria frente a un desorientado y dividido ejército francés.
Hagamos un paréntesis en esta historia y pensemos por un momento en el honor que significa ser una minoría, o ser en apariencia el más débil, y sin embargo, contra todo pronóstico, lograr la victoria en algo.
¿Te ha pasado alguna vez? ¿Lograste algo que todos creían imposible? Si es así, ¿recuerdas cuál fue tu reacción? ¿Cuál fue la reacción de quienes te rodeaban? Lo más común es que te hayan felicitado, te hayan halagado y también hayan resaltado tus cualidades, con lo cual tú seguramente te sentiste muy bien y con una sensación de que te merecías todos esos halagos.
Sigamos entonces con la historia del ejército inglés. Se dice que luego de obtener la victoria, el capellán del ejército leyó el Salmo que figura en el versículo de hoy. Léelo. Al escuchar el Salmo, el rey bajó de su caballo y se arrodilló. Todo el ejército hizo lo mismo. Todo un ejército postrado reverentemente reconociendo que esa victoria era mérito de Dios y no de ellos. ¡Qué humildad!
¿Sabes? La humildad es señal de que el Espíritu de Dios está trabajando en nuestro corazón, y es nuestro deber cultivarla para que siga creciendo cada vez más. ¿No te parece interesante imitar la reacción del ejército inglés cada vez que tengas éxito en lo que haces? Cuando saques una calificación alta en la escuela, cuando ganes algún campeonato con tu equipo deportivo, cuando te elijan para hacer algo importante, o cualquier otra cosa donde parezca que el éxito fue gracias a ti, proponte reconocer que en realidad todo lo bueno proviene de Dios y no de ti.
Nunca recurras al orgullo ni te atribuyas ningún mérito que solo le pertenece a él. Intenta aprender de memoria el versículo de hoy, y repítelo cada vez que obtengas el éxito en tu vida. ¡Cultiva la humildad!
Gabriela