Boda en las alturas
“¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” (Apocalipsis 19:9, NVI).
Las bodas son especiales, y es particularmente bonito cuando la pareja incluye en la ceremonia cosas que son significativas para ellos. Creo que una boda a un kilómetro y medio de altura en un globo aerostático es la más alocada de la que he oído hablar.
Ocurrió el 19 de octubre de 1874. ¿Suena extraño? Lo fue. Mary Walsh y Charles Colton se casaron a un kilómetro y medio de altura sobre Cincinnati, Ohio, con 50.000 personas como testigos. Mary era una jinete en el circo del famoso artista de circo P. T. Barnum, quien organizó la acrobacia. El globo contenía 1.750 metros cúbicos de aire. Eso equivale a un globo de nueve metros de diámetro y más de siete pisos de altura.
Debió ser todo un acontecimiento. Una ceremonia de boda tan inusual como esa sería sin duda algo para recordar. Pero, por supuesto, después de semejante espectáculo, la pareja tuvo que vivir con el matrimonio.
Espero que la vida diaria de Mary y Charles fuera tan memorable como su boda, pero la vida no suele ser así. Después de la emoción de su boda de altos vuelos tuvieron que bajar a la tierra, por así decirlo. Todas las parejas lo hacen, por muy emocionante o sencilla que sea su ceremonia. ¿Se rieron Mary y Charles juntos? ¿Lloró ella cuando discutieron? ¿Compraron una casa y tuvieron hijos, y un perro o un gato? ¿Manejó él todo el dinero? ¿Le creó ella sorpresas? ¿Se amaron hasta que la muerte los separó?
Hoy en día, muchas personas se casan a la ligera. Demasiados dicen “sí, quiero”, con el pensamiento de que, si no funciona, se irán. Puede que los esposos de hoy en día ayuden en las tareas domésticas más que en 1874, y que las mujeres aporten la mitad de los ingresos; pero cuando vemos que casi la mitad de los matrimonios acaba en divorcio, es obvio que algo va muy mal.
El matrimonio no es una proeza. Es un maravilloso regalo de Dios, pero requiere mucha dedicación, tanto del hombre como de la mujer. Requiere mucho tiempo y energía. No es que no pueda ser divertido, emocionante y satisfactorio. Es todo eso, y mucho más. Hay que comprometerse, y el compromiso es a largo plazo.
Algún día, cuando todas las preocupaciones de esta vida terminen, habrá una boda en el cielo. Será la mejor boda de todas, porque será entre Jesús y su iglesia; y todos estamos invitados. Aunque no te gusten mucho las bodas, esta te va a gustar. Te lo garantizo.