“Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieroncon ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grandesu ruina” (Mateo 7:27, 28, RVR 95).
¿Cuál es el puente más largo que has cruzado? Mientras lo cruzabas, ¿pensaste en cómo te sentirías si, de repente, se derrumbara? Porque eso es exactamente lo que ocurrió con el puente Tacoma Narrows, en el estrecho de Puget, estado de Washington. Como el puente había sido construido para soportar vientos de hasta 200 kilómetros por hora, nadie se esperaba lo que sucedió.
Con 853 metros de largo y solo 12 de ancho, Tacoma Narrows era el tercer puente colgante más largo del mundo y era muy estrecho (para reducir costos, el puente tenía solo un carril en cada sentido de circulación). Cuando se inauguró, se convirtió en una atracción muy popular porque a la gente le gustaba la sensación de atravesarlo. Cuando había viento, el puente se balanceaba de un lado a otro, y se movía hacia arriba y hacia abajo. Era tan espectacular que los conductores decían haber visto cómo los coches que los precedían desaparecían y reaparecían varias veces mientras cruzaban el puente. Estos paseos en días de viento se conocían como la montaña rusa más barata de la ciudad; y desde el comienzo, los trabajadores apodaron el puente “Galloping Gertie” [Gertie galopante]. Resultó ser que cierta parte del diseño hacía que el viento no pudiese atravesar el puente; entonces, quedaba atrapado debajo, rebotando entre las vigas y haciendo que el puente se moviera de manera ondulante.
La mañana del 7 de noviembre de 1940, cuatro meses después de la inauguración, soplaba un viento constante a 68 kilómetros por hora, y fue demasiado. El puente comenzó a balancearse, y luego la calzada empezó a retorcerse violentamente de un lado a otro. El último coche que quedaba en el puente perdió el control cuando la carretera se inclinó tan bruscamente que el conductor pensó que iba a caerse. Intentó sacar del coche al cocker spaniel de la familia, pero el perro le gruñó y se negó a salir. Corrió cayéndose los últimos metros y se puso a salvo. Luego, junto con un amigo, volvió para buscar al perro, pero este los agredió y no quiso bajar del auto, así que allí quedó, sobre esa terrible montaña rusa. Finalmente, lo cables cedieron. El puente se partió al medio. Cayó.
Jesús contó la historia de una casa que se construyó sobre unos cimientos débiles y, cuando el viento y las lluvias llegaron, se derrumbó. Él nos invita a construir sólidamente sobre él. No tomes atajos en las decisiones de tu vida, pensando que ahorras costos. Obtén una buena educación, trata correctamente tu cuerpo, elije a tus amigos sabiamente, y Jesús te ayudará a que tu vida sea un éxito.