Traición
“Nunca traiciones al amigo que confía en ti” (Proverbios 3:29, TLA).
Traición. ¿Sabes lo que significa? Aquí va la definición: “Es aquella falta que quebranta la lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo”. Dicho en otras palabras, la traición es lo opuesto a la lealtad. Es defraudar la confianza que alguien tiene en nosotros. Es fallarle.
La traición muchas veces está relacionada con “malas personas”, personas con dobles intenciones. Otras veces, sin embargo, puede ser fruto de la cobardía de una “buena persona”. Y como ejemplo, se me ocurre una historia bíblica de alguien que traicionó a Jesús. ¿Sabes a quién me refiero? No es Judas. Siempre que se habla de traición, el primer nombre que viene a la mente es el de Judas, pero muchas veces olvidamos a Pedro.
Sin dudas, Pedro amaba de verdad a Jesús. Era su amigo y creía sinceramente que él era el Hijo de Dios. Tanto lo amaba que lo siguió de lejos cuando lo arrestaron y lo llevaron a la casa de Caifás. Pero cuando la gente que estaba junto a él comenzó a reconocerlo como seguidor de Jesús y a acosarlo con preguntas, la cobardía lo llevó a negar siquiera conocer a su amado Maestro. Lo triste fue cuando escuchó al gallo cantar por tercera vez, y su mirada se encontró con la apenada pero perdonadora mirada de Jesús. ¡Qué momento terrible!
La Biblia dice que Pedro salió del lugar y se fue a llorar amargamente. Y no es para menos. Es que la deslealtad o la traición muchas veces hace más daño al traidor que al traicionado. Destruye la paz del corazón. Ensucia la conciencia y llena el alma de amargos remordimientos. Por ello, amiguito, si quieres evitar la experiencia de Pedro y de lo que sienten todos los traidores, lo mejor es seguir el consejo del versículo de hoy.
Te invito a proponerte de corazón ser un amigo leal. ¿Y cómo se logra eso? Aquí van algunas ideas: no cuentes a nadie los secretos que tu amigo te confió, cierra tu boca con candado. Nunca difames ni hables mal de tu amigo con tal de quedar bien tú. No compitas con tu amigo, más bien alégrate con sus logros.
En definitiva, nunca traiciones su confianza haciendo o diciendo nada que lo perjudique o avergüence. Proponte estar siempre allí, escuchándolo, compartiendo sus alegrías y tristezas. ¡Sé tú el amigo que quisieras que otros fuesen contigo!
Gabriela