El único Dios
“En aquel momento, el fuego del Señor cayó y quemó el holocausto, la leña y hasta las piedras y el polvo, y consumió el agua que había en la zanja” (1 Reyes 18:38).
Baal era un dios fake, de mentira. Tenía adoradores e incluso profetas, pero esas personas estaban creyendo en un engaño. Un día, Elías, el profeta del Dios verdadero, desafió a los profetas de Baal a ver con sus propios ojos quién era Dios en realidad.
Creyendo en su dios de mentira, los profetas de Baal aceptaron el desafío: todos deberían ir al Monte Carmelo y tratar de que sus dioses se manifestaran cuando se les presentara una ofrenda. ¡Ups! Ese es un buen desafío, porque un Dios que realmente existe puede manifestarse; pero ¿cómo va a aparecerse un dios que es solo una creación humana?
¡Fue un día memorable! Los que creían en Baal oraban, gritaban, pateaban, lloraban… y quien no existía, obviamente, no apareció. ¿Puedes contar con un dios que no existe? ¡Claro que no!
Al final del día, Elías empapó un altar para que no quedaran dudas sobre el poder del Dios verdadero. Luego dijo: “Que hoy se sepa que tú eres el Dios”. Entonces, sucedió lo que se describe en el versículo que leíste: Dios se manifestó enviando fuego desde el cielo y quemando todo lo que había sobre ese altar de sacrificio. ¡Qué poder! Esto mostró quién era Baal: un dios falso que no podía escuchar ni responder a las oraciones. Y mostró quién es Dios, Aquel que tiene poder ilimitado.
El Señor es el único Dios. Toda la creación revela su poder. Como hijos suyos, tenemos el privilegio de servirlo y adorarlo. Dedica tu vida a él y luego, por medio de ti, todos sabrán quién es el Dios verdadero.
Lo que aprendí:
