“Un Dios que revela los misterios”
“El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios” (Daniel 2:27, 28).
Todos hemos tenido sueños malos o pesadillas. Por lo general, suelen ser momentos muy angustiosos y nos arrebatan la paz durante todo el día. Ahora bien, de acuerdo con un estudio hecho en Francia, incluso nuestros peores sueños podrían redundar en efectos positivos. En una investigación hecha con estudiantes que se preparaban para tomar la prueba de ingreso a la carrera de Medicina, el 60 % admitió haber tenido pesadillas relacionadas con el examen. Unos soñaron que llegaban tarde; otros, que dejaban preguntas en blanco porque no sabían las respuestas… Lo asombroso del estudio es que los que tuvieron ese tipo de sueños sacaron notas más altas que los que no.
La Biblia menciona a dos personajes que tuvieron sueños malos, pero esos sueños sirvieron para dar inicio a cosas buenas. Génesis 41 menciona sueños que hicieron que al día siguiente el faraón de Egipto tuviera “agitado su espíritu” (vers. 8). De igual modo, Nabucodonosor, el orgulloso rey babilónico, tuvo un sueño que le “turbó su espíritu” (Dan. 2:1). Es sorprendente que estos dos valientes guerreros, que habían sabido trabar combates con las naciones más poderosas de sus épocas y salir airosos, perdieran su tranquilidad por un sueño. El asunto es que tanto en Egipto como en Babilonia y otras naciones del mundo antiguo, “los sueños se consideraban importantes y presagiaban acontecimientos futuros”.²⁹
El punto clave es que aquella perturbación espiritual dio paso al inicio de la revelación divina a ambos monarcas. El faraón encontró la paz al reconocer que Dios le había impartido a José la capacidad de interpretar el sueño. Y al final de Daniel 2, Nabucodonosor proclama: “Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, Señor de los reyes y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio” (vers. 47). La noche oscura dio paso a la revelación divina.
Así como el faraón y como Nabucodonosor, nosotros también tenemos nuestras pesadillas, nuestros espíritus perturbados, nuestras noches de insomnio. En medio de nuestra perturbación hemos de saber que “hay un Dios en los cielos que revela los misterios” (Dan. 2:28), que nos sacará de nuestras noches oscuras y nos dará un glorioso amanecer.
29 S. R. Driver, The Book of Daniel with Introduction and Notes, The Cambridge Bible for Schools and Colleges (Cambridge: Cambridge University Press, 1900), p. 17.