Lunes 06 de Febrero de 2023 | Matutina para Adultos | “Yo amo al Señor”

“Yo amo al Señor”

“Yo amo al Señor […] lo invocaré toda mi vida” (Salmo 116:1, 2, NVI).

Una de las cosas que más disfruto es ver cuán diferentes son mis hijos. A pesar de que tienen los mismos padres, se han criado en la misma casa, han vivido en los mismos países, han visitado la misma iglesia y se han educado en la misma escuela, son bien distintos. Recuerdo que cuando eran niños les planteaba individualmente la misma situación, solo para ver lo desiguales que eran sus reacciones.

Por ejemplo, siempre me asombra la manera en la que cada uno me expresa su amor. Lizangelys, la mayor, me abraza y me dice: “Papi, te quiero”. Mariangelis, la menor, no me abraza pero suele escribirme: “Papi, te amo”. Lizan nunca dice que me ama; y Marian nunca dice que me quiere. Hasel, mi hijo varón, se limita a decirme: “Papi, vamos a jugar basket, que te daré una pela en la cancha”. Un “te quiero”, un “te amo” o un “vamos a jugar basket” para mí son distintas formas de expresar lo mismo. Sería tonto de mi parte esperar que los tres tengan el mismo tipo de relación conmigo y la misma forma de expresar su cariño por mí.

Si yo soy capaz de apreciar y valorar las abismales diferencias que hay entre mis hijos, ¿no será Dios capaz de hacer lo mismo con nosotros? Nuestro Creador sabe que somos diferentes, que hay una gran diversidad entre sus hijos. Él recibe con agrado el entusiasmo que impregnan en su adoración mis hermanos de Jamaica y Trinidad; pero también acepta la solemnidad con la que lo veneran mis hermanos de Búfalo, Nueva York. Cada uno de nosotros ha de desarrollar y descubrir por sí mismo su propia forma de expresar su amor por Cristo, sin caer en una triste imitación de la religiosidad de otro. Así como “una estrella es diferente de otra en resplandor” (1 Cor. 15:41), así nosotros tenemos “diferentes dones” (Rom. 12:6). No estamos llamados a mostrar una fría uniformidad, sino a amarnos a pesar de nuestra gran diversidad.

Juan no describe a los salvados como un grupo homogéneo, sino como “una gran multitud […] de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” (Apoc. 7:9). ¿Entonces qué debe unirnos? Pablo dice que el “vínculo perfecto” es el amor (Col. 3:14). Que este día, de nuestros labios brote esta frase: “Yo amo al Señor […] lo invocaré toda mi vida” (Sal. 116:1, 2, NVI).

Comparte este devocional
Deja tu comentario