Veracidad
“No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo” (Éxodo 20:16).
El noveno mandamiento nos recuerda decir la verdad. Nos advierte de no mentir en un tribunal o en cualquier situación. El mejor ejemplo de verdad es Jesús. Siempre la predicó, la enseñó y la vivió, aunque eso le costara la vida. Jesús declaró que él es la verdad (Juan 14:6).
Por otra parte, Satanás es el padre de la mentira (Juan 8:44). Es muy triste, pero la mentira se instaló como un estilo de vida. Mucha gente llama a lo bueno “malo” y a lo malo “bueno”.
La verdad es la base para la justicia. La verdad da estabilidad a la sociedad. Implica apartarnos del error y del engaño. La mentira, la falsedad, la hipocresía solo sirven para estropear las relaciones. Podemos comparar esto a un fósforo que se arroja al bosque y provoca un incendio. Dios no quiere que hablemos mal del amigo, de la familia, de los creyentes, ni de las autoridades del país. ¿Y los rumores? ¡Hay que alejarnos de ellos! Ser cristiano también es cuidar el buen nombre de los demás.
La mentira destruye vínculos valiosos como la amistad o la confianza de los padres. Después, aunque la persona que acostumbra mentir diga la verdad, ya nadie le creerá. Algunos mienten por temor o vergüenza de ser descubiertos en algún error, pero mentir solamente complica la situación.
Como cristianos, podemos estar agradecidos con Dios porque conocemos la verdad de la salvación. Dios nunca nos va a mentir. Además, tenemos la seguridad de que siempre cumplirá sus promesas. En un mundo en que se escuchan muchas voces que solamente confunden, lo más inteligente es acudir a la Biblia, la fuente de la verdad.
