Miedo a los gigantes
Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo. 1 Samuel 17:11.
El pueblo estaba destrozado emocionalmente ante la presencia de un gigante entre las filas enemigas. Era costumbre que los ejércitos pusieran a enfrentarse a los más fuertes de sus guerreros en un pleito individual para evitar el costo de la batalla y un gran derramamiento de sangre. El ganador daba la victoria al ejército al que pertenecía.
Saúl, por ser el rey, el más fuerte y más alto del pueblo, y con la armadura más completa, era el más adecuado para enfrentar al gigante filisteo. Debía triunfar en esta ocasión o perdería su prestigio y su vida. Goliat contaba con su tamaño, su armadura y su arrogancia. Pero David miró a Goliat con ojos diferentes. Mientras otros veían en Goliat un oponente demasiado poderoso como para vencerlo, David veía en Goliat un blanco demasiado grande como para que se le escapara. Otros se comparaban con el gigante Goliat y ellos parecían enanos. David comparaba a Goliat con el gigante Dios, y Goliat parecía un enano.
Durante cuarenta días este malhechor había desafiado a las huestes de Israel. Muchos eventos bíblicos duraron cuarenta días: la lluvia del diluvio (Gén. 7:12); el ayuno de Moisés antes de recibir las tablas de la ley (Deut. 9:9, 11); la evaluación de la tierra por los espías enviados por Moisés (Núm. 13:25); el período de gracia a Nínive (Jon. 3:4); el camino de Elías después de ser alimentado por los cuervos (1 Rey. 19:8); el ayuno de Jesús antes de empezar su ministerio (Mat. 4:2); los cuarenta días que Jesús permaneció en este mundo después de la resurrección (Hech. 1:3), etcétera.
Después de cuarenta días escuchando las amenazas de Goliat, el miedo se apoderó de todos. ¿Cuánto tiempo llevas escuchando a los “gigantes” que te asedian? Compara cada “gigante” con Dios y se volverán enanos sin fuerza. Recurre a la fuente infinita del poder divino. “Dios conoce nuestras necesidades y ha hecho provisión para satisfacerlas. El Señor tiene una tesorería con abundantes provisiones para sus hijos, y puede darles lo que necesitan en todas las circunstancias. ¿Entonces por qué no confiáis en él? Ha hecho preciosas promesas a sus hijos a condición de que obedezcan fielmente sus preceptos.
No hay ninguna carga que no pueda quitar, ninguna tiniebla que no pueda disipar, ninguna debilidad que no pueda transformar en poder, ningún temor que no pueda apaciguar, ninguna aspiración digna que no pueda guiar y justificar” (AFC, p. 223).
Con Dios todo es posible
De gran ayuda gracias