El templo de Salomón
Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. 1 Reyes 5:4.
Salomón estaba en el esplendor de la gloria: lleno de sabiduría, próspero, victorioso, y con un proyecto en mente. Aprovechando que su rey vecino Hiram había sido amigo de su padre, le pidió materiales para la construcción de una casa para Dios (ver 1 Reyes 5:2-6). David había hecho buena amistad con los reyes vecinos, y su hijo se benefició de ella. Cultiva amistades que beneficien a tus hijos en el futuro. Hiram no era israelita, pero respetaba al Dios de los israelitas (vers. 7). ¿Respetan tus amigos tus creencias y tu fe en Dios?
El trato real consistió en intercambiar la mejor madera del Líbano, por trigo, cebada, vino y aceite. Salomón escogió 30.000 trabajadores, 70.000 cargadores y 80.000 cortadores de piedra para completar aquel monumental proyecto, que se construyó en solo siete años (1 Rey. 6:38). Cuando honras a Dios, hazlo con lo mejor y de la mejor manera.
Dividió los 30.000 trabajadores en tres grupos, de modo que cada grupo viajaba a Tiro durante un mes y disfrutaban con sus familias durante dos meses (1 Rey. 5:14). Así el rey demostró su preocupación por el bienestar de sus empleados y la importancia de la unión familiar. La fortaleza de una nación es equivalente a la fortaleza de sus familias.
Las piedras también fueron seleccionadas cuidadosamente. Fueron tomadas de la cueva que está debajo del muro de la ciudad de Jerusalén, en la puerta de Herodes. Se reconocen por su hermosura y blancura, y por su capacidad de reflejar los rayos del sol. En la mañana el reflejo del sol proveía un tono dorado a las paredes, de allí el nombre “Jerusalén, la ciudad dorada”. Durante el día las paredes iban cambiando de tono y brillantez. El interior del edificio superaba la hermosura exterior, pues todo estaba recubierto de oro.
Es costumbre que una piedra de esas mismas canteras sea colocada en cada edificación de la ciudad como piedra fundamental. Jesús es nuestra piedra angular (Isa. 28:16), fundamento de nuestra fe y base de nuestras buenas acciones. Ese templo de belleza insuperable fue un ejemplo del templo espiritual que son nuestro cuerpo y nuestro carácter (1 Cor. 6:19), que hemos de erigir para morada del Espíritu de Dios (ver Efesios 2:20-22).
Labremos en este día una piedra más en nuestro templo espiritual, para la honra y gloria de Dios.