Una reflexión antes de partir
“Señor, tú has sido nuestro refugio por todas las edades. Desde antes que se formaran los montes y que existieran la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios” (Salmo 90:1, 2).
De los 150 salmos, hay uno que escribió Moisés: el 90. No sabemos cuándo lo escribió, pero por el tema, seguramente lo escribió un día de su camino a Canaán. El trabajo de Moisés no fue fácil. Su firme decisión de darle la espalda al palacio de Egipto para aceptar la misión divina de ser el libertador y legislador de Israel hizo que su vida no fuera un camino fácil, sino un recorrido por el desierto (¡literalmente!). Allí su paciencia fue probada al máximo por la rebeldía de Israel. Y como si esto fuera poco, Moisés fue un “sepulturero”, porque le tocó ver morir a toda una generación, incluso a sus hermanos, María y Aarón.
Después de 40 años, ¡qué diferentes eran las circunstancias y los rostros del grupo original que salió de Egipto! Habían salido de Egipto con entusiasmo por ser libres, pero les duró poco tiempo. Ahora, los rostros eran otros. Moisés tuvo tiempo para reflexionar sobre lo corta que es la vida comparada con la eternidad de Dios (vers. 4). Cuán tonto es rebelarnos contra Dios, cuando nosotros pasamos por el mundo como la flor que pronto se seca. (vers. 5, 6, 10).
Moisés reflexionó que, como la vida es corta y pasa muy rápido, lo más inteligente es aprovechar cada día para buscar a Dios. Mira lo que dice en el versículo 12: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría”. “Contar” implica valorar cada día, usar las horas y los minutos de manera responsable. Ya que todo pasa y todos “pasaremos”, el ofrecimiento de Dios de la vida eterna es muy importante.
Busca la sabiduría de Dios cada mañana, para que vivas por siempre: “Llénanos de tu amor al comenzar el día, y alegres cantaremos toda nuestra vida” (vers. 14).