Una misión con promesa
Así que levántate, vístete y ve a decirles cuanto yo te mande. No les tengas miedo, mantén una postura firme ante ellos. Jeremías 1:17, NBV.
¿Aceptarías un trabajo si en la entrevista te dijeran que vas a sufrir, el ambiente de trabajo será hostíl, no tendrás éxito, te acusarán de corrupción, pero después de jubilarte se aclarará tu integridad? ¡Ese fue el llamado de Jeremías! Dios le advirtió que su ministerio sería rechazado, lo animó repetidamente a no tener miedo, y le aseguró su compañía. Jeremías tenía la convicción del llamado, y esto lo sostuvo en los momentos difíciles.
Al principio se excusó como Moisés, diciendo que no sabía hablar; Dios les contestó a ambos: “Yo estaré en tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éxo. 4:12); “dirás todo lo que yo te mande” (Jer. 1:17, RVA2015). La promesa se cumple durante la misión y no antes. Cumple tu misión, Dios hace el resto. La compañía de Dios es segura cuando cumples la labor asignada: “Pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová” (Jer. 15:20). Si no peleas, no necesitas compañía ni defensa. ¿Cuál es tu batalla? ¿La salvación de tus hijos, un mal hábito, la enfermedad, la relación de pareja, llevarte bien con gente difícil, los estudios, el miedo, la duda, las deudas, el empleo? Si no ves la defensa que Dios hace a tu favor, pregúntate si estás peleando.
La expresión “ciñe tus lomos” “se basa en la costumbre del Cercano Oriente de ceñirse las largas vestimentas sueltas con una faja o un cinturón, como preparación para viajar o realizar algún trabajo” (4CBA, p. 392). Esta faja o cinturón mantenía unidas todas las demás partes de la armadura del soldado que de otra manera le estorbarían al marchar o pelear. Al “ceñirse los lomos”, el soldado estaba listo para la batalla. El cinturón era la primera prenda que el soldado se colocaba, por eso es lo primero que se menciona en Efesios cuando se describe la armadura del cristiano: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” (Efe. 6:14). La verdad es el cinturón del cristiano, la base de todo. Ponerte el cinturón es preparar tu mente para la batalla, pues nadie se pone el cinturón para descansar. “Por eso, con la mente preparada para actuar y siendo sobrios, pongan su esperanza completamente en la gracia que les es traída en la revelación de Jesucristo” (1 Ped. 1:13, RV2015).
Ajusta tu cinturón y prepárate para pelear la batalla.