Mano fuerte
“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?” (Salmo 27:1).
¡Las lagartijas y yo (Sueli) no somos muy amigas! Sé que son geniales, que no lastiman a la gente, pero algo en ellas me inspira miedo. Tal vez porque son extremadamente rápidas. Tal vez porque parecen dinosaurios en miniatura… De todos modos, nos llevamos bien, pero no muy amigablemente.
Cierta vez, estaba en los pantanos de Mato Grosso haciendo un reportaje. Estaba bastante segura de que encontraría un jaguar o una anaconda, pero nadie me mencionó las lagartijas. En el hotel, a orillas del río donde nos encontrábamos, parecían brotar de las paredes y del techo. Un día, mientras estaba bebiendo jugo tranquilamente, dos de ellas aterrizaron justo encima de mí. Me alejé, y la gente de alrededor se llevó a esos animalitos. Un mesero se acercó y me ofreció otro jugo para compensar el susto. ¿Qué respondí? Nada. No podía hablar… y me quedé así unos minutos.
¿Qué haces cuando sientes miedo? ¿Te quedas mudo como yo, o cantas como el salmista guerrero que, incluso en la batalla o siendo perseguido, no dejaba que la música y la poesía desaparecieran de su vida? David sabía que la clave para vencer el miedo era cultivar un corazón gozoso y confiar en Dios.
Antes de que los problemas lleguen, sigue el consejo de David.