La reina de Sabá
“Todo el mundo quería verlo y escuchar la sabiduría que Dios le había dado” (1 Reyes 10:24).
La juventud, la riqueza, la sabiduría y la influencia que tenía Salomón como rey de Israel le dio muchas oportunidades para hablar sobre Dios.
Que la gente viajara de lejos solo con el propósito de conocerlo nos dice mucho de su sabiduría. Sin duda, en esa etapa de su vida era inspirador escucharlo. Una de las personas que lo visitó fue la reina de Sabá. Sabá se encontraba al suroeste de Arabia. Era una nación rica y civilizada, y la reina le llevó a Salomón especias, piedras preciosas y muchísimo oro (vers. 10).
La reina quedó asombrada y admitió que todo lo que le habían contado no era ni la mitad de lo que ahora ella misma había visto. Salomón le hizo recorrer su palacio y el Templo. A la reina no solo le maravilló la riqueza y la sabiduría del rey, sino también lo que comían, el orden y la organización de los oficiales, cómo vestían los trabajadores y cómo adoraba el rey en el Templo.
Estos elementos nos enseñan mucho. No importa tanto cuánta riqueza tienes, sino cómo la usas, cómo te comportas, cómo te vistes, qué comes y cómo adoras a Dios. Tú también puedes testificar como Salomón.
Jesús se refirió a la reina de Sabá (Mat. 12:42) que estuvo dispuesta a viajar 2.400 km para conocer a Salomón; y la comparó con los judíos, entre quienes estaba conviviendo el Hijo de Dios, que se negaban a buscarlo a pesar de que estaba muy cerca. Además, Jesús afirmó: “Lo que aquí hay es mayor que Salomón”.
Cada vez que abrimos la Biblia para escuchar la voz de Dios, podemos estar seguros de que su sabiduría supera a la de cualquier persona, incluso a la de Salomón. ¡Y quiere compartirla contigo! Solo tienes que pedírsela.