Una reina muy valiente – 1
“Entre todos los pueblos que componen las provincias del reino de Su Majestad, hay uno que vive separado de los demás; tiene leyes distintas de las de otros pueblos, y no cumple las órdenes de Su Majestad” (Ester 3:8).
Ester significa “estrella”. Este fue el nombre de una reina cuya historia está en la Biblia. Su nombre original era Hadasa y significa “mirto” (un arbusto). Ella era huérfana, pero su primo Mardoqueo (que al parecer era bastante mayor que ella) la crio como su propia hija. Ellos eran israelitas y, en esa época (483-473 a.C.), el pueblo de Israel estaba bajo el mando del Imperio Medo-Persa, cuyo rey era Asuero, también conocido con el nombre griego Jerjes.
Después de que Ester fue nombrada reina, al convertirse en la esposa del rey Asuero, la Biblia nos cuenta que el rey nombró a un hombre llamado Amán como jefe de gobierno de la nación. “Todos los que servían al rey en su palacio, se ponían de rodillas e inclinaban la cabeza cuando él pasaba o cuando estaban delante de él, porque así lo había mandado el rey; pero Mardoqueo no quiso obedecer esta orden” (Est. 3:2). Él marcó la diferencia porque sabía que solo ante Dios se podía arrodillar, pues conocía los Diez Mandamientos y recordó el segundo que dice: “No te hagas ningún ídolo […]. No te inclines delante de ellos ni les rindas culto” (Éxo. 20:4, 5). Así Amán reconoció que dentro del gran Imperio había un pueblo que se distinguía porque tenía leyes diferentes y entonces planeó destruir a todos los judíos.
Cuando Mardoqueo se enteró de esta terrible noticia, le envió un mensaje por escrito a Ester pidiéndole que hablara con el rey para evitar este mal, pero le dijo que, aun si ella no intercedía, “la liberación de los judíos vendrá de otra parte” (Est. 4:14), pues confiaba en que Dios impediría que destruyeran a su pueblo.
¿Quieres saber cómo termina esta historia? Entonces tendrás que esperar hasta mañana. Hoy puedes orar pidiéndole a Dios que te dé una fe tan fuerte como la de Mardoqueo.