Una reina muy valiente – 2
“Entonces Ester envió esta respuesta a Mardoqueo: ‘Ve y reúne a todos los judíos de Susa, para que ayunen por mí. Que no coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Mis criadas y yo haremos también lo mismo, y después iré a ver al rey, aunque eso vaya contra la ley. Y si me matan, que me maten’ ” (Ester 4:15, 16).
La respuesta de Ester a su primo fue un pedido: que el pueblo se reuniera y ayunara durante tres días. De esta manera, oraban para que Dios ayudara a Ester para enfrentar al rey y pedirle la liberación de los israelitas. Pero ¿sabías que en la antigüedad nadie podía presentarse ante el rey sin haber sido llamado por él? ¡Ni siquiera su esposa! Esto era considerado una falta de respeto hacia la autoridad del rey y, como consecuencia, quien lo hiciera era condenado a muerte.
Tres días después, Ester se puso las vestiduras reales, entró al palacio y caminó hacia el trono del rey Asuero. Cuando él la vio, se mostró cariñoso, extendió hacia ella su cetro de oro y Ester lo tocó (esto significaba que le daba permiso para hablar con él). Entonces el rey le preguntó: “¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Qué deseas? ¡Aun si me pides la mitad de mi reino, te la concederé!” (5:3). Ella lo invitó a un banquete al cual el rey asistió acompañado de Amán. Luego lo invitó a un segundo banquete y le dijo: “Si Su Majestad me tiene cariño, y si le parece bien, lo único que deseo y pido es que […] me perdone la vida y la de mi pueblo; pues tanto a mi pueblo como a mí se nos ha vendido para ser destruidos por completo” (6:3, 4).
El rey preguntó: “¿Quién es y dónde está el que ha pensado hacer semejante cosa?” (vers. 5). Ester le respondió que Amán había tramado ese malvado plan. Enseguida el rey mandó castigar a Amán y perdonó la vida de todo el pueblo. Ester fue muy valiente al enfrentarse al rey, y Dios la utilizó para bendecir a su pueblo.
¿Qué esperas para pedirle a Dios que te utilice para bendecir a otros?