Dios y nosotros
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Romanos 8:31.
La vuelta del exilio de Babilonia no fue cosa fácil. Jerusalén sufrió altibajos, momentos de avance y de retroceso. Cuando Nehemías llegó a la ciudad encontró mucho trabajo por hacer, pero no se desalentó. Y, en ese sentido, el liderazgo de Nehemías es de una actualidad rabiosa. Necesitamos personas que se asemejen a su modelo de gestión. Personas que confíen más en Dios que en su propio carisma. Personas que respeten los planes divinos por encima de sus intereses personales. Personas que, en los momentos de dificultad, caminen junto al Señor.
Elena de White dice de aquellos tiempos, comparados con los nuestros: “La oposición y el desaliento que en los tiempos de Nehemías los constructores sufrieron –tanto por parte de sus enemigos abiertos como de los que se decían amigos suyos– es típico de lo que experimentarán en nuestro tiempo los que trabajan para Dios. Los cristianos son probados no solo por medio de la ira, el desprecio y la crueldad de sus enemigos, sino también por medio de la indolencia, inconsecuencia, tibieza y traición de quienes se dicen sus amigos y ayudadores. Se los hace objeto de burlas y oprobio. […] En medio del gran desaliento, Nehemías puso su confianza en Dios, e hizo de él su segura defensa. Y el que sostuvo entonces a su siervo ha sido el apoyo de su pueblo en toda época. […] La respuesta que la fe dará hoy será la misma que dio Nehemías: ‘Nuestro Dios peleará por nosotros’; porque Dios se encarga de la obra y nadie puede impedir que ésta alcance el éxito final” (Profetas y reyes, pp. 475-476).
Pocas cosas desaniman más que el engaño de los que creemos amigos, gente cercana en la que confiabas. Nehemías tuvo que padecerlo en carne propia y se puso en manos del Señor. Confió en el ser más confiable, en el mejorAmigo, y juntos pelearon contra las adversidades. Un modelo a imitar por nosotros.
Me resultan curiosas las marcas de amor en los árboles. A veces son, simplemente, un corazón con una flecha. En otras, un par de nombres con un “Te amo” en medio. O los más breves: “José x María”. Cuando leo a Pablo y su “Dios x nosotros”, me parece que habla de una historia de amor con mucha confianza mutua. Una confianza que no teme las adversidades y motiva a avanzar.
Me imagino, además, que, cuando lleguemos junto al Árbol de la Vida, encontraremos la frase marcada sobre su corteza. Y en ese “nosotros”, tú también estás incluido.