Cultivando amistades
«Los que siembran y los que riegan son iguales, aunque Dios pagará a cada uno según su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son un sembrado y una construcción que pertenecen a Dios» (1 Corintios 3:8-9).
EL APÓSTOL PABLO COMPARA LA PREDICACIÓN del evangelio con el cultivo de semillas. Afirma que los que llevan el mensaje son colaboradores de Dios. En varios pasajes de la Biblia podemos ver la comparación de la predicación con el cultivo de semillas y mediante el experimento de hoy podemos hacer otra comparación: aunque arrojemos semillas en la tierra, dándoles lo que necesitan para brotar, no significa que ya tengan lo necesario para crecer y dar fruto.
Cuando hablamos del amor de Dios a los demás, no podemos limitarnos a lanzar la Palabra y marcharnos, como si ya hubiéramos cumplido nuestro papel. Tenemos que cultivar, acompañar, orar y abrazar a los que todavía están conociendo la verdad. Así que ora y pídele a Dios que puedas ser un colaborador suyo, plantando y cultivando el amor y la esperanza en los corazones de las demás personas.
Prueba colocando semillas de frijoles con un poco de algodón en un recipiente de vidrio. Humedece bien el algodón y déjalo en un lugar luminoso y bien ventilado. En cuanto broten y muestren sus primeras hojas, transfiere algunas plantas a dos macetas pequeñas. Guarda una de ellas en un lugar oscuro y fresco y la otra cerca de una ventana donde reciba luz un poco de calor. Riega ambas de la misma manera y observa.
Al cabo de una semana, la planta que ha recibido luz probablemente habrá crecido más, estará más verde y vistosa, y la otra no habrá crecido tanto por no haber tenido el ambiente adecuado.