Un profeta con una mentalidad tóxica
«Pero Jonás, en lugar de obedecer, trató de huir del Señor» (Jonás 1: 3).
La toxicidad es el grado de efectividad de una sustancia tóxica. Lo más probable es que conozcas algunas de las sustancias tóxicas más comunes como el mercurio, el arsénico o el plomo. Incluso las cosas que necesitamos para nuestra supervivencia diaria pueden llegar a ser nocivas cuando las consumimos en la dosis incorrecta. Un claro ejemplo es el agua. Podemos morir por deshidratación, pero el consumo excesivo de agua causa intoxicación, que podría ser mortal.
Sin embargo, la toxicidad no se limita solo al ámbito físico. Las personas también pueden tener ideas, valores, relaciones o emociones tóxicas, que los conducen a malas decisiones o a un comportamiento destructivo. Una de estas áreas es la manera en que pensamos acerca de Dios. Y aunque no disponemos de ningún dispositivo que pueda medir la «toxicidad de la mente», podemos verla reflejada en la forma en que nos tratamos a nosotros mismos y a los demás.
Dios llamó a Jonás para proclamar un mensaje contra Nínive: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» (Jonás 3: 4). Sin embargo, Jonás no quería ir. No estaba dispuesto a compartir la gracia de Dios con los despiadados asirios que vivían en Nínive.
¿Qué mentalidad tóxica se necesita para que un profeta discuta con Dios porque su gracia se extiende al enemigo, al extranjero, e incluso al prójimo? ¿Cuánto odio descontrolado debe haber en nuestros corazones para que no podamos siquiera comprender la gracia de Dios por aquellos que nos han lastimado? Por los registros históricos de ese período, sabemos que los asirios eran despiadados, abusivos y viciosos. Sin embargo, también eran objeto del amor y la gracia divina.
El entendimiento de Jonás de la bondad de Dios se limitaba a Israel. No podía comprender que la gracia se podía extender incluso a los enemigos del pueblo de Dios. Prefería morir antes que ofrecer el perdón a un enemigo.
¿No ocurre lo mismo con nosotros? ¿Cuántas veces rehusamos perdonar o intentamos limitar la gracia de Dios a los que consideramos «dignos de la salvación»? ¿Será que Dios nos está llamando a amar a los despreciados, socorrer al opresor y orar por aquellos que nos han hecho mal? Pide a Dios que cambie tu mentalidad tóxica y te ayude a amar a los demás como Cristo los amó.