Nuestra mente y nuestro cuerpo
«Querido hermano, pido a Dios que, así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud» (3 Juan 2).
Hace unos años, se hizo famosa la historia de Nick Vujicic, un joven australiano que nació sin brazos ni piernas. A pesar de su discapacidad, Nick no se dejó vencer por el desánimo ni la depresión. Al contrario, decidió aprovechar su vida al máximo y dedicarla a Dios. Aprendió a nadar, a surfear y a escribir con la boca. Se graduó de la universidad, se casó, tuvo hijos y se convirtió en un conferencista motivacional y evangelista. Nick es un ejemplo de superación y de fe. La historia de su vida nos hace ver las cosas desde otra perspectiva y valorar lo que tenemos.
La historia de Nick también nos muestra la relación que existe entre la mente y el cuerpo. Nick ha entendido que su cuerpo no es un obstáculo para que él cumpla en su vida el propósito de Dios, sino un instrumento para su gloria. Nick ha cuidado su salud física y mental con hábitos saludables y una actitud positiva, y ha confiado en Dios y en su poder para superar las dificultades.
La Biblia nos dice que somos templo del Espíritu Santo, que nuestro cuerpo es sagrado y que debemos cuidarlo y glorificar a Dios con él (1 Corintios 6: 19-20). Nuestro cuerpo no está separado de nuestra mente, sino que ambos se influyen mutuamente (Romanos 12: 1-2). Esto significa que nuestra salud física y mental depende de nuestra relación con Dios. También depende de nuestra alimentación, descanso, higiene y ejercicio, y finalmente de nuestros pensamientos, sentimientos, creencias y actitudes.
Te invito a examinar tu vida y a hacer los cambios necesarios para cuidar tu mente y tu cuerpo como Dios quiere. Aliméntate bien, duerme lo suficiente, mantén tu higiene personal y ambiental, haz ejercicios regularmente. Ten una actitud positiva, sé agradecido, cree en ti mismo. Acércate más a Dios, lee su Palabra y dedica tiempo a la oración.
Toma la decisión de cuidar de tu mente y de tu cuerpo, porque son el templo de Dios.