Dios siempre dice la verdad
“Tus testimonios son muy firmes” (Salmo 93:5).
Entre los significados que nos presenta el diccionario de la palabra “testimonio”, hay dos que nos ayudan mucho a entender lo que el salmista está tratando de decir acerca de nuestro Dios en el texto de hoy. 1) El testimonio es una declaración que hace una persona para demostrar o asegurar un hecho. 2) También es una prueba que sirve para confirmar la verdad o la existencia de algo. Basándonos en esto, un testimonio solo es válido si se sostiene por el cumplimiento evidente de lo que se asevera en él. El testimonio también está obligado a ser absolutamente verdadero. Si se encontrara que en algún aspecto ha faltado a la verdad, esto sería suficiente para descartar todo el testimonio. De hecho, en el ámbito legal se considera delito prestar falso testimonio. Siendo así, puede decirse que todo testimonio acerca de Dios o procedente de él es firme y verdadero.
La realidad de Dios es testificada, de manera contundente, en más de una forma. El diseño de la creación, los escritos inspirados y también el testimonio de la propia conciencia humana, todos apuntan hacia la existencia de una mente maestra o ser superior. Y si hablamos de cuán confiable y verdadero es todo lo que Dios ha dicho, tendríamos que unirnos a coro con el salmista y decir: “Tus testimonios son firmes”. O, como traduce la versión bíblica La Palabra de Dios para todos: “Se puede confiar en lo que tú declaras”.
Nunca nuestro Dios ha mentido, nunca ha dejado de cumplirse una sola de sus palabras, nunca se ha comprobado que alguna cosa que él dijo resultara ser diferente de como él afirmó que era o que sería. Es absolutamente confiable cuando nos explica cómo ocurrieron las cosas en el pasado; es absolutamente confiable cuando nos indica cómo debemos andar en el día de hoy; y también es absolutamente confiable cuando nos anuncia lo que va a ocurrir en el futuro.
¿Puedes imaginarte cómo serían el mundo en general y nuestras vidas en particular si Dios nos mintiera acerca de nuestro pasado, presente y futuro? ¿Cómo podríamos explicar nuestros orígenes, encontrarle sentido a la vida hoy y tener esperanza para el mañana, si no pudiéramos confiar en lo que Dios dice? Afortunadamente, tenemos un Dios cuyos testimonios son firmes. “Toda palabra de Dios es digna de crédito” (Prov. 30:5, NVI). Podemos tener absoluta certeza de que él es real, y podemos confiar plenamente en todo cuanto él ha dicho en su Palabra. ¡Qué maravilla tener un Dios así!