Firmes en el amor
“Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16:13, 14).
Corrientes filosóficas, influencia del ambiente, doctrinas distorsionadas y tentaciones seductoras atentaban contra el crecimiento saludable de la iglesia de Corinto. Pablo había aprendido a mantener el equilibrio y quería ayudar a la iglesia a hacer lo mismo.
Por eso, tiene cuatro consejos, y en todos ha colocado el verbo en modo imperativo, para darles más fuerza.
1. Velad: Significa mantenerse despierto, como el centinela en su puesto de deber. Siempre alerta frente a la insinuación de peligro. Siempre en guardia frente a un enemigo peligroso. “ ‘Velad y orad’ es una orden a menudo repetida en las Escrituras. En la vida de los que obedezcan a esta orden habrá una subcorriente de felicidad, que beneficiará a todos aquellos con quienes traten” (Elena de White, Consejos para los maestros, p. 279).
2. Estad firmes en la fe: Significa crecer, madurar en la fe, distinguir entre el bien y el mal, enfrentar falsas doctrinas y falsos maestros, convicción para defender la verdad, aferrados siempre de la Palabra. “Entonces debemos mantener diariamente nuestros ojos fijos en Cristo, la perfección del carácter humano, y aferrados a su divinidad tendremos la fuerza celestial que nos ayudará para ser vencedores sobre toda tendencia y deseo perverso” (Elena de White, Hijos e hijas de Dios, p. 367).
3. Portaos varonilmente: El énfasis está en un comportamiento adulto, maduro, estable y fuerte; no de niño o principiante en la fe. “Portaos varonilmente, y esforzaos. Preguntad a Aquel que sufrió oprobio, burlas e insultos por causa nuestra: ‘Señor, ¿qué quieres que haga?’ ” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 550).
4. Esforzaos: No se refiere al desarrollo del físico o los músculos. No es un superhombre o un Sansón lo que se requiere, sino personas de valor, de convicciones férreas para mantenerse firmes aun remando contra la corriente.
Más allá de esto, es el amor lo que hará posible aceptar estos imperativos. El amor supremo hacia Dios y el amor desinteresado hacia el prójimo, que aniquilan toda contienda, lucha, orgullo y males afines.
Martin Lutero expresaba, confiado, que aun cuando “no sé por qué caminos Dios va a conducirme, conozco muy bien a mi Guía”. Es siguiendo a nuestro Guía, velando, orando, refugiados en su Palabra, que fortalecemos la fe y caminamos firmes en el amor del Señor.