La grandeza de las cosas pequeñas
“Tanto en los pequeños como en los más grandes asuntos de la vida Dios desea revelar a los hombres los principios de su reino”. Elena de White
Si tenías cierta edad en 1986 recordarás, tan claramente como yo, la impactante imagen del transbordador espacial Challenger remontándose velozmente hacia el azul del cielo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco…, setenta y tres segundos y… ¡¡¡booommm!!! La nave se desintegró en un instante y, con ella, las vidas de todos sus tripulantes. Un equipo de investigación comenzó entonces el minucioso análisis de lo sucedido mediante el estudio de las piezas que habían caído al mar. ¿Qué podía haber pasado? Todo parecía estar en orden. Obviamente, no era así.
Una junta tórica. O sea, una pequeña goma cuya única pequeña función es asegurar la estanqueidad de fluidos, falló durante el despegue. Lo más pequeño de la inmensa nave causó que el gas caliente presurizado del interior del motor contactara con el tanque de combustible adjunto, provocando la explosión que todos presenciamos en nuestros televisores. Me impactó descubrir que había habido advertencias de que la pieza no era totalmente segura, pero se desestimaron porque, a quienes tomaban las decisiones, no les pareció de suficiente importancia algo tan pequeño. Lo aparentemente sin importancia resultó ser determinante. Y así sucede con nuestra vida cristiana: nada es insignificante; nada es pequeño; todo cuenta; todo suma o resta; todo resulta determinante.
Qué fácil es caer en la tentación de dejar pasar las cosas pequeñas por desapercibidas a causa de conceptos erróneos que albergamos acerca de lo que verdaderamente importa. ¡Todo importa! Todo lo que hacemos, pensamos y decimos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, pone de manifiesto los principios y valores que nos mueven.
La fidelidad cotidiana en las cosas pequeñas nos llevará a grandes alturas: para empezar, hacia el azul del cielo con Cristo cuando vuelva a buscarnos. Quizá la clave está en no juzgar nada como pequeño, puesto que todo ocupa su lugar en el gran engranaje de la experiencia cristiana. Quizás la clave está en permitir que sea a través del estudio de la Biblia que se reorganicen nuestros conceptos de lo que es pequeño y grande a los ojos de Dios; puesto que si él usa también los pequeños asuntos de la vida para revelarnos los grandes principios de su reino, ¿cómo podríamos nosotras considerarlos pequeños?
“Su trabajo es ahora muy pequeño, pero cuando lo haya terminado, ¡hasta los que no creían en él se llenarán de alegría!” (Zac. 4:10, TLA).