El renacimiento de una estrella – parte 1
“Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven” (Ecl. 12:1).
Elena de White se arrepintió de la forma en que trataba a su hijo Edson. Henry, el mayor de los cuatro hijos de Jaime y Elena, murió de neumonía en 1863 cuando tenía dieciséis años; John, su hijo menor, murió en 1860 a los tres meses de nacido. James Edson, el segundo hijo, se sentía marginado. Las cartas de su madre comparándolo con Willie, su hermano menor, no ayudaban. Edson estaba lleno de energía, que por lo general invertía en travesuras. Cuando cumplió dieciséis años, su madre dijo que su “disposición a la desobediencia” siempre la desanimaba.
A Elena le preocupaba la influencia que Edson pudiera ejercer sobre su hermano menor, Willie: “Una tristeza que no puedo expresar nubla nuestras mentes con respecto a tu influencia sobre Willie –le escribió a Edson–. Esta influencia, hemos visto que ha afectado a nuestro noble y sincero Willie. Haces cosas y le ordenas estrictamente que guarde el secreto, y cuando le preguntamos, evade la verdad, diciendo “no lo sé”, cuando en realidad sí lo sabe. De esta manera llevas a tu hermano a mentir para mantener ocultos tus proyectos. […] Me temo que tu influencia será su ruina”.
Aun así, era difícil ser duro con él. ¿Crees que ser hijo de un pastor es difícil? Imagina ser el hijo de un profeta. Su hermano mayor había muerto, su hermano menor era aparentemente santo, su padre era adicto al trabajo y su madre era conocida como la mensajera de Dios. Era suficiente presión como para hacer que cualquiera cuestionara su compromiso e intentara desahogarse de cualquier forma posible.
Esto podría explicar por qué Edson compró un abrigo que le costó el salario de un mes solo para lucirlo por las calles de Battle Creek. Necesitaba destacar y que le prestaran atención.
Cuando cumplió veinte años, Edson decidió casarse. Sus padres no estuvieron de acuerdo, conscientes de que no estaba listo para dar aquel paso. A pesar de ello, le desearon lo mejor. Edson pasó los siguientes veinte años de su vida trabajando con las publicaciones adventistas, pero es difícil decir cuánta dedicación ponía en ello. En 1893, mientras Elena vivía en Australia, recibió una carta de Edson que la sorprendió. En ella le decía que estaba resentido con su perfecto hermano menor, alegando “no tener ninguna inclinación religiosa”, estar harto de la iglesia y listo para abandonar el cristianismo para siempre.
Continuará…
