Hijo obediente
«Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón» (Lucas 2:51).
¿QUÉ CLASE DE HIJO ERES? ¿CONTESTÓN? ¿INSUBORDINADO? ¿Desobediente? Si, por desgracia, has tenido una pequeña duda antes de responder con un firme NO, necesitas revisar tus actitudes. Tener una buena relación con tus padres es muy importante. ¿Quieres saber por qué?
Una investigación analizó a casi 200 preadolescentes y a sus familias, haciéndoles un seguimiento hasta la edad adulta. El científico responsable preparó un cuestionario con 50 preguntas para identificar los niveles de autoestima de los participantes. Después de comprobar quiénes tenían una autoestima más alta, comparó a sus familias con las de quienes tenían una autoestima más baja.
Como resultado, se pudo observar que los participantes con buena autoestima procedían de hogares en los que los padres eran significativamente más estrictos en lo que respecta a la disciplina. Incluso, estos mismos participantes se sentían más amados por sus padres que los demás. Además, al llegar al término de los años de seguimiento de esta investigación, también se observó que los jóvenes más exitosos e independientes procedían de hogares que exigían responsabilidad, disciplina y autocontrol.
El quinto mandamiento nos pide que honremos a nuestros padres, ya que esto hará que se alarguen nuestros días sobre la tierra, y nos hará también más felices. Lee Éxodo 20. Jesús nos dejó un gran ejemplo sobre la relación entre padres e hijos: «Había sido el gran Comandante de los cielos. […] Ahora era un siervo dispuesto, un hijo obediente y alegre» (Exaltad a Jesús, p. 26). Y este comportamiento debería ser imitado por todos nosotros.
¿Quieres ser más feliz? ¿Quieres tener una vida larga y exitosa? Sé un hijo obediente a Dios y obedece a tus padres también. Después de todo, no creo que sea nada bueno tener que aprender por cuenta propia que el sufrimiento es la consecuencia de la desobediencia, ¿no te parece?