Matutina para Adultos, Lunes 14 de Junio de 2021

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“Su corazón nuevo llegó”

“Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

La noticia ocupó la tapa de uno de los diarios de mayor tirada del Brasil: El Estado de San Pablo. Solo se destacaba una foto en la edición del 25 de marzo de 2017, con el título: “Su corazón llegó”. Era la historia de la enfermera Fabiana Ebani, de 34 años, que hacía 51 días estaba conectada a un corazón artificial, esperando un trasplante.

La noticia puso fin a una espera que ya duraba un año. El 24 de enero del mismo año sufrió seis paros cardíacos, y el órgano perdió definitivamente su función. Fue necesario conectarla a un corazón artificial, proyectado para funcionar solo un mes, pero Fabiana sobrepasó en mucho ese tiempo. 

El 17 de marzo se realizó la cirugía. La donación se hizo esperar porque los órganos no eran compatibles y las familias no aceptaban hacer la donación. En Brasil, solo en 2016, se consultaron 5.939 familias, pero 2.571 (43 %) no dieron la autorización necesaria para la donación. Dos mil personas que estaban a la espera de un órgano murieron; de esos, 82 eran niños. 

Fabiana sabe poco sobre la dueña de su corazón. Solo que era una mujer, de edad aproximada a la suya. “Es muy difícil pensar que alguien tuvo que perder la vida para que yo sobreviviera”. 

Nosotros también necesitamos un “trasplante de corazón”. Además de no estar en lista de espera, el cambio siempre es inmediato. Se realiza a la velocidad de una entrega y con la intensidad de una oración. El corazón de piedra, insensible, necesita ser sustituido por un corazón de carne, sensible a la voz del Espíritu Santo.

Cuando no hay sensibilidad ante las grandes obras de Dios y las pruebas de su amor, cuando no se siente la gravedad del pecado ni se busca las orientaciones de la Palabra, cuando la urgencia de la salvación parece solo teoría o una necesidad de los demás, entonces necesitamos un trasplante.

Cuando te emocionas por los milagros de Dios, reconoces las obras que él ha hecho en tu propia vida, te sientes incómodo con el pecado, tienes hambre de la Palabra y no logras vivir lejos del Señor, entonces ya tienes un corazón nuevo. “Experimentar un cambio de corazón es apartar los afectos del mundo y fijarlos en Cristo. Tener un nuevo corazón es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, p. 50).

¿Cómo está tu corazón? Jesús vino a la Tierra para dar la gran noticia: “Su corazón nuevo llegó”. El riesgo ya está en el límite. ¿Por qué esperar más tiempo por el “trasplante”?

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