Matutina para Adultos | Martes 16 de Abril de 2024 | El Dios que nos da cosas buenas

El Dios que nos da cosas buenas

“Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!” (Salmo 103:2-5, NTV).

Nuestro Dios es pura bondad, y esa bondad lo lleva a ofrecernos “cosas buenas” que son esenciales para la plenitud humana: perdón, sanidad, rescate de la tumba, amor, misericordia, abundancia… Cuando leemos estas palabras, queda claro en nuestra mente que Dios es ilimitadamente compasivo y misericordioso, que es bueno con sus hijos y que dependemos de él para todo lo que implica nuestra existencia.

Dios perdona todos nuestros pecados. Y todos, es todos. Espiritualmente hablando, esto es lo que más necesitamos. El pecado es un hoyo insalvable para nosotros, y lo peor es que nos separa de Dios; pero el Señor nos saca de ese hoyo y nos perdona, para que nunca más tengamos que ser esclavos del pecado.

Además de esa necesidad de perdón que Dios suple en abundancia a través de Cristo, también suplenuestras demás necesidades. Y qué bendición, porque una buena parte de nuestra vida la dedicamos a buscar la forma de suplir nuestras necesidades materiales. De hecho, muchos terminan poniendo lo material en el lugar donde deberían poner a Dios. Pero el Salmo 103 nos enseña que sería necio hacerlo, porque si buscamos primero a Dios, él se encargará de darnos todo lo demás.

Finalmente, Dios aparece también aquí supliendo nuestras necesidades emocionales. La idea de que la bendición de Dios rejuvenece nos habla de un estado de paz y felicidad que se puede ver en los rasgos físicos de la persona que vive bajo la bendición divina. Alguien dijo alguna vez que la vida en Cristo no es una mejora o remiendo de la antigua, sino un cambio completo y radical, y esto se ve en todos los aspectos de nuestras vidas. “Habiendo sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1); y cuando estamos en paz por dentro, con nuestras emociones y sentimientos tranquilos y bajo control, se nos nota por fuera.

Me encanta el Salmo 103 porque he encontrado en él un retrato del Dios que suple cada una de mis necesidades. Y estoy de acuerdo con el salmista en que lo menos que podemos hacer es alabarlo y agradecerle. ¡Bendito sea su nombre!

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